na enojosa situación suscitada días pasados en el límite de los partidos de Carlos Casares y 9 de Julio, a la altura de la localidad de Ordoqui, reaviva otros tiempos en los cuales productores de partidos vecinos se enfrentaban y cruzaban acusaciones relacionadas a las graves inundaciones y a los daños y pérdidas que estas provocaban.
De ninguna manera una situación que aflige a todos debe alentar el choque entre vecinos, que aún haciendo uso del derecho de defender lo que es propio, no pueden vulnerar las decisiones técnicas que se toman para solucionar el problema en conjunto, que se supone tienen como meta el beneficiar a todos sin perjudicar a ninguno.
Es comprensible la reacción de aquellos que teniendo el agua que les lame los campos, o éstos ya inundados. por eso debe evitarse a toda costa alentar su rebeldía y movilización para impedir obras diseñadas por organismos competentes, que se supone han hecho los cálculos y estudios pertinentes para evacuar las aguas sin inundar más tierras ni ocasionar más daños.
En épocas que es preferible no recordar, cuando el 70% del partido de Carlos Casares estaba completamente inundado, visto desde el aire convertido en un verdadero mar, se suscitaron decenas de situaciones similares, escuchándose vaticinios horrendos que incluso imaginaban a nuestra ciudad y todas las localidades del campo sumergidas bajo la aguas. En ese entonces eran todos ingenieros hidráulicos, sean funcionarios municipales o vecinos, chacareros y opinadores urbanos que en su vida no habían pisado un camino de tierra. Se hicieron obras que luego fueron desechadas, otras que empeoraron la situación, y algunas que dieron resultado. Discutían hombres de campo con ingenieros, cuestionaban las obras apelando a experiencias pasadas o relatos ajenos. Volver a todo eso no tendría sentido.
Si bien en la discusión planteada con los productores nuevejulienses los técnicos de hidráulica refrendaron los trabajos que se realizan a nivel de la comuna, se deben evitar las discusiones y disputas entre vecinos y trasladar las responsabilidades a los que saben y tienen la obligación de dar las soluciones. Se debe confiar en ellos, en su criterio profesional y responsable, como quien confía en un médico o en su psicólogo o abogado. Y cuando existen dudas plantearlas en conjunto, nunca formando bandos o enarbolando banderas de pertenencia.
El problema de una alcantarilla no puede deteriorar una relación armónica y positiva que ha hermanado siempre a nuestros pueblos. Seamos sensatos.