Con referencia a un incidente denunciado días pasados con motivo de disputarse la llamada Ultramaratón, un acontecimiento deportivo de importancia y repercusión nacional, la vecina que relataba dicho incidente decía: «Pienso que vamos a tener que pedir permiso para morirnos, no sea cosa que tengan que correr una maratón y no nos puedan llevar al cementerio».
Es necesario aclarar que dicha vecina era parte de un acompañamiento fúnebre que regresaba del cementerio luego de habérsele dado sepultura a un familiar, y según relata fueron insultados por los maratonistas que diputaban la competencia.
No tiene sentido alguno – así ya lo expresamos- analizar el enojo o la tristeza de una persona que relata una circunstancia de ese tipo luego de haber padecido la pérdida de un familiar. Lo que tal vez habría que analizar es si realmente automovilistas y maratonistas cumplieron con la delimitación impuesta por los organizadores de la maratón, dado que la ruta había sido demarcada o separada para que los deportistas circulen por una mano y los vehículos por la otra. Lo que están siempre fuera de lugar son los insultos, no tienen justificación alguna, salvo el hecho de la ignorancia de los maratonistas respecto a la razón por la cual esos coches transitaban por ese tramo.
Tal vez esto enseñe que no se pueden contemplar dos cosas a la vez. O se corta la ruta y se realiza el maratón, o no se la corta y el evento deportivo se corre en otro escenario. Porque es sabido que siempre alguien va a sacar los pies del plato, intentando cruzarse a la otra mano en su vehículo porque se considera apurado, o un deportista que se creerá con derecho a insultar a quien invade su sector. Siempre que se organiza algo hay que analizar los comportamientos de la gente, porque lamentablemente las buenas intenciones no van siempre de la mano con los resultados.
Por otra parte el hecho de que se permita una doble circulación tanto de vehículos motorizados como de deportistas implica un riesgo que es innecesario correr y puede llegar a empañar una magnífica realización.
Si a esa ruta se la corta en horas nocturnas para dar seguridad a los jóvenes que salen de la confitería bailable que funciona precisamente sobre dicha arteria, bien puede ser cortada en horas diurnas (aunque no es conveniente) para la realización de un evento deportivo. Existen caminos alternativos que acondicionados pueden ser usados por unas horas.
Todo tiene arreglo, salvo la intolerancia, el insulto fácil o la descalificación. Y volvemos a insistir que últimamente el comportamiento de las personas está en una continua crispación, rozando la violencia verbal y en muchos casos la física.
Hay que bajar un cambio, dicen los jóvenes, y sería bueno aplicar la receta.