Decíamos en nuestra nota editorial del sábado 16 de agosto, que «el problema de una alcantarilla no puede deteriorar una relación armoniosa y positiva que ha hermanado siempre a nuestros pueblos». En dicha nota hacíamos referencia a una enojosa situación que se había suscitado días atrás en el límite de nuestro partido con el vecino 9 de Julio, con relación al problema de los excesos hídricos que afectan a la región. Decíamos a su vez que si bien en la discusión planteada con los productores nuevejuliense los técnicos de hidráulica refrendaron los trabajos que realizó nuestra comuna, se deben evitar las discusiones y disputas entre vecinos, y trasladar las responsabilidades a los que saben, y tienen la obligación de dar las soluciones.
Sin embargo dicho conflicto se ha trasladado ahora a un ámbito político como lo es el Concejo Deliberante del vecino partido, cuyos integrantes en forma unánime han votado un Proyecto de Resolución de rechazo a las obras hídricas realizadas por nuestra comuna, negando que hayan sido autorizadas por la Dirección de Hidráulica provincial, a la par que con duros términos emplazan al intendente de nuestro partido Walter Torchio, a que cese en forma definitiva con dichas obras, a las que tilda de mezquinas, inconsultas y violatorias de la legislación vigente. Dicho proyecto es terminante, no habla de diálogo, de instancias conciliatorias y menos de entendimiento. No propone convocar al organismo rector de las obras hídricas que se realizan en la provincia para que se expida en consecuencia, como tampoco cita la apoyatura técnica que lo lleva a considerar que lo que se ha hecho es mezquino, inconsulto y violatorio de la legislación vigente.
Una disputa enmarcada en esos términos no tiene sentido. Sí podría tenerlo y hasta ser comprensible si quien así se expresa tuviera los pies en el agua, viendo sus tierras inundadas, sus sembrados perdidos y su futuro comprometido. Pero aún así no podría manejarse en forma antojadiza y caprichosa, buscando su solución personal. Tendría que someterse a la decisión de un organismo competente como el caso de la Dirección Provincial de Hidráulica, responsable de un plan hídrico provincial cuyo fin es el de revertir la grave situación hídrica por la que atraviesan numerosas localidades bonaerenses. Si hay que pelear, peliemos contra el agua, no por el agua. Caso contrario repetiríamos las patéticas situaciones que se originaran en inundaciones anteriores, no sólo entre autoridades de partidos linderos que se trenzaron en lamentables disputas, sino también entre chacareros vecinos, que echaban mano a todo tipo de recursos para sacar el agua de sus campos, sin importarles si la enviaban a los campos vecinos.
Por lo expuesto es fundamental que por sobre la retórica se privilegie el diálogo, la consulta, y la madurez de acatar la decisiones cuando estas apuntan a una solución integral en búsqueda del mal menor, por sobre los afanes individuales que pudiera tener cada uno de los actores.