La Promoción 1964 de Bachilleres y Maestros casarenses cumplió 50 años y tuvo LA FIESTA INOLVIDABLE. El viernes misa de agradecimiento y acción de gracias, el sábado plantaron un árbol y luego en el Polideportivo de Huracán, desde las 12 hs. y hasta las 20,30, “festejo corrido”.
La promoción de Bachilleres y Maestros que egresó en 1964 del Colegio Nacional y de la Escuela Normal, venía preparando desde hace un año el festejo de su Cincuentenario. Con reuniones en nuestra ciudad y en otros lugares (como Tanti, en Córdoba, en una escapada turística, en Mauricio Hirsch, en La Plata y en el campo de Pascual Martín en Martínez de Hoz o de María Elena Elverdín, en Bolívar) y el incansable trabajo organizativo de quienes se tomaron esa responsabilidad, encabezados por Nidia Cobiella y Abel Miguel, fue creando el ambiente preciso para este reencuentro que tuvo lugar en nuestra ciudad el viernes 7 y, principalmente, sábado 8 de noviembre. Tal vez el rigor específico de la tarea periodística no pueda referir en todo su esplendor la calidez del encuentro, pero haremos lo posible para acercarnos a la realidad afectiva de sus participantes.
MISA, BENDICION, Y SE PLANTA UN ÁRBOL.
El viernes 7, en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, se ofició una Misa en memoria de todos los fallecidos de la Promoción y de Acción de Gracias por los que están presentes, que fue muy emotiva. Principalmente en su parte final, cuando todos los integrantes de la Promo, ubicados frente al altar Mayor, fueron saludados y bendecidos por el cura párroco Juan Pellegrino. El sábado, a las 10 hs., en la vereda de donde funcionara el Colegio Nacional, en la calle Maipú, plantaron un árbol, como agradecimiento y recordatorio del paso por dicha casa de estudios. Y, a partir del mediodía, en el Polideportivo huracanista, con el muy buen servicio y atención de Pino Méndez, vivieron la parte festiva, que tuvo ribetes magníficos.
LA FIESTA FANTÁSTICA EN HURACÁN
Incontables abrazos, emocionados recuerdos y alegría desbordante que prolongaron el encuentro, con mateada, actuación de artistas invitados, tortas, pasteles y alegría, hasta que llegara la noche.
Y allí se reunieron los que vinieron de lejos, como Elena Salischiker, de Roma, Italia o María Rosa Buontempo, de California, Estados Unidos, con otros venidos de distintos lugares del país, como César Mattos, de Entre Ríos, Carlos Lucino de Rivera, o de Catamarca como Elba Pochi Escobar, Arrecifes, María Liliana Fons, Mar del Plata, como Alicia Ivani, o de La Plata y Buenos Aires, como Arturo Pomar, Elena M. Ascaini, María A. Béssega, Susana Ramírez, Joe Azcano, Sulama Serebrisky y Mario Iscoff, Pochi Elverdín, Célica Marqués, y los “lugareños”, como Pascual Martín (de Martínez de Hoz), Marta Giorgini (M. Hirsch), Horacio Font, José Luis Di Meola, Coco Álvarez, Olga Cuki Beltrán, Lidia Rouco, Beatriz Traverso, Marta Caminada, Josefina Ciappa, Stella M. Pamio, Nidia Cobiella, Alicia Gandini, Silvia Hernando, Alicia Luparia, y el cronista, y posiblemente alguno que escape a su memoria (que sería un crimen imperdonable). Muchos de ellos acompañados por sus consortes o hermanos y algunos invitados especiales, los que formaron un lindo grupo, de más de medio centenar, que se deleitó con el asado preparado por Pino, con muy buenas entradas de fiambres, postres, bien regado y con café o té para el final.
LA TARDE DE LA
NOSTALGIA
Y LA AÑORANZA
Luego del almuerzo, actuación de los artistas invitados: Marcelo Paniagua y María José Migliorino de Di Meola, que ya son parte del grupo y han matizado diversas reuniones, y el “debut artístico” de Alberto Pelaez cantando tango (y como es nacido en Avellaneda lo presentaron con el nombre artístico de Alberto Barceló (por el legendario caudillo de dicho lugar), “el Guapo de Avellaneda”. Lo de ellos fue para el aplauso reiterado que recibieron. En muchas canciones de Paniagua, la pista se llenó de bailarines, que no perdía oportunidad para demostrar su alegría.
Hubo entrega de recordatorios para todos (llaveros del Cincuentenario, un CD que muestra imágenes de la época de estudiantes, de la fiesta de los 25 años de la Promoción y actuales), un banderín, un almanaque con imán, traídos de Italia. Hubo entretenimientos, como una parodia de “bailando por un sueño”, mateada con distintos tipos de tortas y pasteles (preparados por las integrantes del grupo). Se cantó a voz de cuello la Canción del Estudiante y, como broche de oro, el corte de la torta del aniversario. Y como no podía ser de otra manera, corrillos y reuniones donde se comentaban pasajes de la época de estudiantes y pasajes actuales de la vida de cada uno. Todo hasta que las últimas luces de la tarde anunciaban la llegada de la noche y los relojes marcaban las 20,30 hs.
EL ABRAZO CON UN “HASTA PRONTO”
Esto ha sido, en apretada síntesis, el detalle de lo ocurrido, desde un punto más o menos periodístico. La parte emotiva, regada de lágrimas de nostalgia y emoción, entibiada por el calor de interminables abrazos, rompedores de distancias y de ausencias, el querer prolongar el espacio de tiempo del reencuentro, como para recargar energías en las baterías del cariño, el interminable “hasta pronto” y la cita de próximos encuentros, el manifiesto y repetido agradecimiento para los que fueron los organizadores de este encuentro, todo eso que es el colofón de esta historia, queda a cargo de la imaginación y el sentimiento de los lectores.