Vox populi, vox Dei (la voz del pueblo, la voz de Dios). Su significado tiene que ver con aquello de que debe ser respetada la voz del pueblo porque en definitiva es la voz de Dios.
El gobierno por lo tanto parece haber escuchado la voz del pueblo que recu-rrentemente pide que no se les sea descontado el impuesto a las ganancias de sus salarios, y a manera de «caramelo» de fin de año, la presidenta Cristina anunció que el medio aguinaldo de fin de año no pagará el impuesto a las ganancias, en aquellos sueldos que no superen los 35 mil pesos.
No es suficiente obviamente. Si bien sólo un 17% de los asalariados casarenses paga el impuesto a las ganancias, el mínimo de 15.000 debe ser elevado.
Es mucho lo que se dice y discute con referencia al impuesto a las ganancias que deben tributar los trabajadores. Coincidimos en que el mínimo no imponible de $ 15.000 es muy bajo y debe ser elevado, pero también es cierto que hoy paga el impuesto a las ganancias un 17% de los asalariados, cifra esta de carácter nacional, que debe ser similar en nuestra ciudad. El 82,5% de los asalariados no llega a esa cifra, por lo que no tributa el tan denostado impuesto al salario.
La alta inflación no puede discutirse, como tampoco el licuado de los sueldos que perciben los trabajadores, que los acuerdos de paritarias no lograron equiparar. Se estimaba que aquellos que cobran sueldos que por su monto superan el mínimo imponible, perderían alrededor de la mitad del aguinaldo, lo que a todas luces será un disparate. La medida recientemente aprobada aleja esa posibilidad, lo que sin duda llevará algo de tranquilidad a los trabajadores que temían ver pulverizado su aguinaldo.
Es cierto también que el Impuesto a las Ganancias es hoy por hoy uno de los sostenes de la recaudación impositiva de que se vale el gobierno para poder sufragar sus gastos y mantener los programas sociales en vigencia. Pero estrangular los sueldos de la gente trabajadora tampoco es una solución, tiene que haber otras variantes para compensar la suba del mínimo no imponible que reclaman todas las organizaciones sindicales, sean opositoras u oficiales.
Desde el arco político opositor las críticas que llegan son altisonantes. Pero no se aportan soluciones verdaderas, en su mayoría son planteos políticos en busca de réditos electorales.
Sea como fuere ya es tiempo de escuchar el reclamo generalizado (la voz del pueblo) y considerar que si bien un sueldo de $15.000 es algo soñado para gran cantidad de trabajadores que no llegan ni por asomo a esa cifra, quienes sí la perciben no pueden verla mochada por ese mínimo imponible que debió haber sido modificado al ritmo inflacionario.
Por lo pronto, aunque bien podría ser considerado un parche que no solucione el problema de fondo, está bien que los aguinaldos no paguen impuesto a las ganancias, algo que por otra parte sería beneficioso, dado que potenciaría el consumo, que es en realidad una de las metas que siempre se ha propuesto este gobierno.