Si de hacer un balance se trata, sea para subsanar errores o repetir éxitos, eso le corresponde a la Comisión del Girasol. Los casarenses, cada uno desde su óptica y la libre manera de pensar podrán evaluar su resultado, si les gustó, si no les gustó, si los números artísticos presentados fueron de su agrado, si la Reina Nacional fue bien elegida, si la pasaron bien, mal o regular, las opiniones seguramente serán muchas, y no todas coincidentes.
Lo que no se puede negar fue el éxito de público, no inesperado, porque es sabido que de por sí la Fiesta es convocante y movilizadora, los vecinos se vuelcan a las calles, disfrutan de sus atracciones, participan en todo sentido, y lo que es importante en familia, algo que no siempre se logra en las realizaciones populares.
Organizar una Fiesta del Girasol es una tarea compleja, que no sólo requiere de ideas, imaginación y mucho trabajo, sino de una importante inversión de la que debe hacerse cargo en gran parte la comuna local. Los aportes privados son mínimos. En 23 realizaciones hemos podido ver de todo, pero convengamos en que lo más importante para la organización de un evento de esa naturaleza es sin duda alguna el material humano. Hubo épocas en las que la participación de los vecinos era espontánea, entusiasta y generosa, la Comisión Central era multi-tudinaria, funcionaban numerosas subcomisiones y toda la comunidad aportaba su colaboración. La Fiesta no era «oficial», la comuna tenía una apreciable participación, pero el grueso de las decisiones, gran parte de su financiación y su resultado final eran responsabilidad de la Comisión.
Y a eso debemos apuntar. La XXIII Fiesta fue exitosa, costó poco, logró sus objetivos más importantes y dejó satisfechos a una gran mayoría de los vecinos que participaron con su presencia de la misma. Pero sin el municipio hubiera sido imposible realizarla. Si decimos y proclamamos que la Fiesta es de todos, TODOS debemos participar, no sólo como espectadores sino en su organización, con aportes de trabajo, financieros, usando contactos, logrando interesar a empresas, organismos y particulares. Los dueños de la Fiesta somos los casarenses, sin distinciones políticas, sociales ni de ningún tipo. No podemos constituirnos en fiscales opinadores cuando en realidad el compromiso debería ser de todos.
Y por último el párrafo obligado: Casares no se merece el desaire realizado por las autoridades nacionales y provinciales. Cualquier político o funcionario de medio pelo participa en reuniones intrascendentes y minoritarias con afanes electorales, pero no se digna a concurrir a un festejo popular y multitudinario como la Fiesta Nacional del Girasol. Se pavonean por las playas repartiendo besos y abrazos vendiendo espejitos de colores, haciendo declaraciones altisonantes y repartiendo selfies entre los bañistas, asesorados por publicistas extranjeros, sin tomar en cuenta que otros miles de ciudadanos que también son pueblo, reciben ese mensaje mezquino e interesado, que a la hora de los votos también cuenta.
La Fiesta terminó, el saldo -a nuestro entender- fue positivo en todo sentido, por lo que sólo nos resta felicitar a la comisión organizadora, apenas un puñado de vecinos, que debe multiplicarse y lograr que sean muchos más los que se comprometan, y con su aporte darle cada año mayor brillo y trascendencia.