Por muchos años, en el enorme edificio de la Avda. San Martín y Belgrano conocido como el «Asilo de las Monjas», fue sede de la congregación de las monjitas Hijas de la Virgen de los Dolores funcionando además un hospedaje llamado «asilo», para niños en edad escolar, algunos huérfanos y otros cuyos padres vivían en el campo y los ubicaban allí de lunes a viernes para que concurran a la escuela. Años más tarde el asilo dejó de funcionar trasladándose las monjas de la congregación a una hermosa y antigua propiedad sobre Avda. San Martín frente mismo al asilo, que les donara un integrante de la familia Maya, la cual fue remodelada y adaptadas sus dependencias para alojamiento de las religiosas.
Así fue como quedó prácticamente vacía la propiedad de Avda. San Martín y Belgrano, la que en algún momento fue ocupada por el Museo Histórico Municipal hasta su trasladado al lugar que ocupa actualmente, El Portal de mi Vida, sobre Avda. San Martín que se trasladó luego hacia otro edificio, y el Centro de Día que sigue funcionando en ese edificio sobre calle Belgrano. El resto del edificio -nos dicen- es sede del Grupo Scout, está allí el Museo Parroquial, y también es usado por Cáritas, pero al menos en su parte exterior luce prácticamente en estado de abandono, con sus paredes totalmente deterioradas mostrando una imagen lamentable en un lugar tan céntrico de la ciudad.
Dicho edificio es propiedad del Obispado de 9 de Julio, que obviamente no destina fondos para su mantenimiento, razón por la cual día a día se viene abajo, lo que no deja de ser preocupante.
Es habitual, y en rigor se hace habitualmente, que se celebren convenios de uso entre partes para darles a este tipo de edificios céntricos destinos múltiples, sea a nivel cultural, deportivo, social o institucional. De esa manera el propietario mantiene la propiedad en buen estado de mantenimiento y hasta con posibilidades de modernización, y la población recibe el beneficio de lo que allí se ofrece.
Tal vez las autoridades municipales o instituciones sin fines de lucro puedan proponer al Obispado un proyecto de utilización de esa propiedad con fines comunitarios, comprometiéndose a la remodelación de sus instalaciones, con lo que de esa manera se cumpliría el doble propósito de unir lo útil a lo agradable.