Con frecuencia los ciudadanos usan las redes sociales en forma discrecional, formalizando denuncias, acusando a personas, señalando conductas y sentenciando sin aportar pruebas fehacientes, amparados en una suerte de impunidad que se viraliza a través de muchísimas otras personas que se suman irrespon-sablemente sin contar con elementos que permitan sostener concretamente lo que dicen. Es así que se señala a supuestos ladrones, violadores, se ventilan hechos personales invo-lucrando a terceras personas (incluso aportando fotos) y un sin fin de situaciones, que sin estar validadas por pruebas se las considera como ciertas.
Pero esa presunta impunidad se está derrumbando a la luz de numerosas instancias en las que la justicia ha tomado cartas en el asunto, citando y hasta procesando a aquellas personas que no pueden sostener sus acusaciones o dichos, como así también a aquellos que las difunden. Ya se conocen algunas sentencias, no son pocos los que ya están respondiendo por los daños causados, y se estima que en el futuro, en base a la jurisprudencia sentada, se multiplicarán las acciones judiciales contra quienes irresponsablemente, pretendiendo hacer justicia desde las redes sociales, calumnian e injurian a terceras personas, dañando su honor con denuncias que sin tener un valor probatorio cierto, terminan siendo falsas.
En Casares, sin ir más lejos, esta situación a la que nos referimos se produce en forma constante, y son miles los amantes de las redes sociales que se soslazan con el «puterio» (por decirlo en el idioma que usan) que se desgrana a través de las mismas, con total impunidad y falta de responsabilidad. Basta que ocurra un hecho para que desde las redes se lo analice desde todos los ángulos, se den cientos de opiniones y sentencias, e incluso se ponga en tela de juicio la honestidad de las personas, sea que le guste o no a quien escriba y la solidaridad o animosidad que pueda tener con quien denuncia un hecho.
Queda por lo tanto alertar a aquellas personas que han tomado y toman a las redes sociales como una voz comunicacional para expresar lo que se quiera, ejerciendo una libertad sin limites, aún por sobre los límites que impone la justicia. Sepan que deberán hacerse cargo de lo que digan y también lo que trasmitan, que detrás está la honorabilidad de las personas y delante está la ley.