Falta muy poco, apenas 80 días para las próximas elecciones primarias abiertas (PASO), primera etapa en la que los partidos políticos disputarán una suerte de interna para posicionarse rumbo a las elecciones generales de octubre. Hasta el momento el panorama se ve tranquilo, quizás demasiado tranquilo atento a que en poco más de un mes deberán oficializarse las listas, y unos días antes las alianzas. Todavía los partidos de la oposición se ven quietos, aunque todo haría pensar que se están realizando algunas conversaciones para intentar conformar alianzas a fin de tener más posibilidades en su puja con el oficialismo, el que se insinúa como dominante.
Es de esperar que la campaña política que se avecina no se convierta en un Gran Hermano, verdadera picadora de carne en la que se desnudan virtudes y miserias de los protagonistas, sin importar la dimensión del daño que se pudiera causar.
Todo indicaría que la campaña política local se encausará por los carriles normales, sin aristas que desnuden una puja descarnada en la que se vulneren normas de convivencia y respeto por el adversario. Aún existiendo diferencias ideológicas, programáticas y metodológicas, se puede expresar la crítica y el disenso sin entrar en ofensas personales o preconceptos que arrojen dudas sobre la honorabilidad de las personas, cuando no se tienen las pruebas suficientes para sostenerlo.
Decimos esto porque hemos visto que en la puja por lograr el favor del electorado, muchas veces se incursiona en lugares de donde no se vuelve, causando heridas que luego son imposibles de cicatrizar.
Todavía los políticos locales no entraron a la casa… es de esperar que cuando lo hagan sea para salir victoriosos, pero no a toda costa, sino por haber seducido a los votantes con su obra de gobierno y la promesa de continuidad , o en su defecto con propuestas superadoras que permitan augurar un futuro mejor.
Sea como sea, lo esencial es que el objetivo esté centrado en lograr un Casares mejor, más inclusivo, digno y saludable.