La nota referida al tema del auge de la droga en nuestra ciudad, y su titular «no es deteniendo perejiles que se va a solucionar el problema de Carlos Casares» ha tenido eco entre nuestros lectores, muchos de los cuales comentaron la misma y expresaron su preocupación, coincidentes en que hay droga en Casares, que la consumen muchos jóvenes, y que quienes la traen se manejan con total libertad distribuyéndola en lugares de esparcimiento y usando con frecuencia a los mismos consumidores, que vendiendo porros y algunos sobres de cocaína se financian de esa manera su consumo.
Negar esta realidad sería como escupir para arriba.
La droga no sólo se combate a partir de la investigación policial, debe combatirse desde la familia, la escuela, en los mismos locales donde se la comercia aprovechando la concentración de jóvenes y todos los elementos que hacen a que muchos la consideren necesaria, atractiva y hasta un desafío a la sociedad en la cual se sienten incomprendidos.
No es declamando ¡basta a la droga!, ¡la droga mata!, que se la va a erradicar, la lucha es más compleja, y acaso desigual, el enemigo es poderoso, y encuentra mil maneras para propagar este flagelo que lejos de aminorar crece de una manera que causa espanto y un daño irreparable a sus víctimas.
Centrándonos en Casares entendemos que deberían trazarse cursos de acción en el que participen las autoridades policiales, municipales, los vecinos, comerciantes de lugares de la noche y esencialmente los padres, muchos de los cuales tienen dudas sobre las conductas de sus hijos, pero miran hacia un costado negándose a reconocerlo.
La droga mata, destruye los tejidos de la sociedad, deja sin futuro a chicos que asomaban a un futuro promisorio. Y como decíamos, todos tienen acceso, saben como conseguirla, quien la provee, cuanto cuesta. Pero con su silencio contribuyen a que se propague aún más, que crezca el consumo, como crece el fuego si se le echa nafta.
Pero todo esto sería pura declamación, un disco tal vez ya «rayado», sino sirve para movilizar a quienes debe movilizar, ¡y cuanto antes!, porque el problema es cada vez mayor.