El lamentable hecho sucedido hace pocos días en Capital Federal con la muerte de un alumno de Jardín de Infantes por parte de su padrastro y que motivó que la directora y una docente del Jardín de Infantes al cual concurría fueran apartadas de sus cargos por el gobierno porteño, encendió una luz de alerta en los gremios docentes de todo el país.
La violencia familiar, que indudablemente se traslada a los establecimientos educativos es una realidad que no escapa a la realidad casarense, donde también existen, más de lo que se supone, situaciones de violencia para con los niños en sus facetas más comunes: física y psicológica.
En conversaciones informales con numerosos docentes y directivos de establecimientos educativos estos nos manifestaron que la violencia que encuentran muchos niños y jóvenes en el seno familiar es una realidad que va aumentando de manera considerable, y donde muchos docentes y directivos no se encuentran preparados para situaciones de este tipo, donde a la tarea docente se le debe agregar la tarea de contención.
Por otro lado nos explicaban los docentes, y ha sucedido en varias oportunidades, que docentes que han realizado las correspondientes denuncias por ausencia y/o violencia familiar para con sus alumnos, en respuesta se han encontrado con graves amenazas de parte de los mismos familiares denunciados, y en algún caso hasta se llegó a la agresión física, por lo que ponen en duda la eficacia del protocolo existente para los casos de violencia familiar para con los alumnos ya que es una responsabilidad que se le suma por algo que sucede fuera del ámbito educativo.
Sea como fuere y por sobre los protocolos que deban respetarse así como también considerar los inconvenientes que deben sortear los maestros antes estos hechos reiterados y preocu-pantes, es importante que se tenga al niño como al actor fundamental al que no debe descuidarse en ningún momento, y ante hechos que son alarmantes actuar según los criterios que dicta el sentido común, siempre en salvaguarda de la salud física y mental de los educandos.
No es que deban vulne-rarse los protocolos, pero sí las emergencias lo aconsejan, el buen criterio y la rapidez pueden evitar hechos lamentables y dolorosos como el de referencia.