Casares, podríamos decir, es una comunidad limpia de contaminación social, no existe discriminación, tampoco racismo, las clases sociales se interrelacionan sin prejuicios, y los vecinos lejos de encerrarse en grupúsculos que coinciden ya sea ideológica o culturalmente, muy por el contrario se abren a la participación comunitaria en todos sus aspectos.
Es así que los jóvenes disfrutan de la diversión, los deportes, grupos de estudio, etc, sin reservas discriminatorias de tipo alguno, mientras los adultos fomentan, también sin reservas esa interrelación a la que nos referimos. Esos chicos van a los recitales de rock o música popular en la plaza, o se juntan en las escalinatas de la muni a «hacer huevo» como ellos dicen.
Comentábamos en una nota aparecida en edición anterior, que los casarenses han vuelto a la plaza. Como supo ocurrir hace decenas de años el principal paseo público los reúne en días feriados u ocasiones festivas, ya no sólo se sientan en sus bancos, recorren los stand de artesanías o gastro-nómicos, sino que cual si fuera un parque tienden mantas y manteles sobre el césped y se reúnen a tomar mate y paladear las exquisiteces que adquieren en los stand.
Tal vez estas acciones puedan tildárselas livianamente de pueblerinas, exentas de la sofisticación con la que hoy parecen teñirse muchas costumbres, pero si se las analiza con un criterio distinto, enfocando el costado social desde la simpleza de la relación amable y participativa de los vecinos, vamos a descubrir un crecimiento social positivo, verdadero valor agregado de estos pueblos, en los que prevalecen virtudes que en las grandes urbes están ausentes.
Para que ocurra todo esto, ¿hace falta estar mejor económicamente?, creemos que no, aunque no caben dudas que ese estado de ánimo que lleva a los casarenses a compartir, relacionarse y participar, tiene mucho que ver con el clima social que vive nuestra comunidad, hoy con viento de cola, abonados todos en la idea de lograr que Carlos Casares sea un pueblo de oportunidades, tanto para el estudio como para el trabajo, en el que se respete la ecología, y que la pulcritud y el orden sean un común denominador.
Vamos sin duda por el camino correcto. El crecimiento y el desarrollo social son parte de la evolución y del futuro, que desembocan en el bienestar social al que todos aspiramos.