El boomeran es un arma que luego de ser lanzada en dirección a un blanco, de no llegar a impactar en el objetivo, regresa a su lugar de origen. Las noticias, los dichos, especialmente aquellos cuya intencionalidad es aviesa pueden llegar a retornar hacia la persona que las lanzó y el efecto convertirse en adverso. Sería como pialarse con su propia soga, o tomar de su propia medicina. Suele suceder, los sujetos que ceden a sus impulsos primitivos sin calibrar la dimensión de los mismos y sus consecuencias, pueden terminar golpeados con su propia arma
¿Quién puede creer que el intendente está en la droga?. No se comprende si el concejal que lanzó esa temeraria frase pretendió con fines inconfesables perjudiciar al jefe comunal, o si por el contrario se trató de un chiste de mala leche con el afán de agitar las aguas políticas. ¿Habrán aprobado sus correligio-narios dichas palabras?. ¿Pensarán como él?. Si la política, como algunos dicen equivocadamente, no tiene límites, el concejal de la frase pareciera no tenerlos. Una lástima, podría haber tenido algún futuro. Ya no lo tendrá.
Pero la política sí tiene limites, y son los que marcan la ética, los que privilegian los valores sobre las mezquindades, los que priorizan la patria, después las instituciones y por último los hombres.
Tal vez muchos lectores al leer esta última frase digan: «Argentina año verde, ahora primero los hombres…». Puede ser, demasiados ejemplos les dan la razón, pero los casarenses en especial no debemos caer en prácticas y declaraciones que sólo siembran el odio y el revanchismo cuyas consecuencias pueden ser nefastas. No olvidemos que el daño puede ser amplio e imprevisible, que lastima también la paz social y la democracia.
Acusar al intendente de estar en la droga movería a risa de no ser que la droga, el peor de los flagelos, no merece siquiera una sonrisa, sino la más enérgica de las condenas. ¿Habrá mesurado el concejal lo brutal de su aseveración?. ¿Acaso su calidad de político le confiere el derecho de intentar manchar la honra de un adversario con tremendo exabrupto?.
Dejemos este episodio desgraciado, sólo cabe esperar que no se repitan esta suerte de desatinos, producto vaya a saber de que idea peregrina pudo haber tenido su autor.