La campaña electoral que se desarrolla a nivel país es lamentable, los candidatos parecen protagonistas de una riña de gallos, a los que poco les importa las formas, el vocabulario y los medios, con tal de dañar al adversario de la peor manera, recurriendo a cualquier argucia e invento si es necesario, la consigna es destruirlo.
Es así que vemos a los candidatos presidenciales en medio de una campaña sucia de difamación y descalificación como nunca se vio en el país desde el regreso a la democracia. Y lo que es peor, contagiando a los distintos electorados, que como en el caso de Carlos Casares no se han visto a salvo de esa puja insensata que divide a los vecinos e instala un nivel de confrontación que causa un daño social en algunos casos irreparable.
Es evidente que en algo nos parecemos… que los casarenses terminamos por tomar el mismo remedio que enferma las mentes de aquellos que entienden la política como algo de vida o muerte, cuando en realidad debería ser una profesión noble llamada a mejorar al ser humano y procurarle una calidad de vida mejor.
Faltan apenas 8 días, tan sólo una semana para el próximo domingo 25, cuando los casarenses elijan a sus nuevas autoridades. Cabe esperar que la cordura y la sensatez se impongan a esa locura colectiva que desde las pantallas de televisión y los distintos medios nacionales muestran a quienes se ofrecen para dirigir los destinos del país.
Basta de la liviandad de las acusaciones, sean del tenor que fueren, y basta también de creer que a los protagonistas del próximo domingo les va la vida. El lunes 26 Casares amanecerá como todos los días, quien ya está o un nuevo vecino ocupará el Palacio Municipal. A nadie le cambiará la existencia, todo seguirá igual, unos tendrán la satisfacción de haber triunfado y otros deberán buscar en la derrota los mejores argumentos para seguir luchando por sus ideales.
Que estos 8 días sean de paz y serenidad, no existen razones que justifiquen tanta locura.