Días pasados con motivo de celebrarse el Día del Recolector de Residuos, el Honorable Concejo Deliberante con muy buen tino le realizó un homenaje a esos esforzados trabajadores de los cuales, créase o no, depende en gran parte la comunidad.
Una actividad noble y sacrificada, no siempre reconocida y muchas veces considerada menor, cuando en realidad sería imposible sin los recolectores de residuos, conformar una comunidad organizada.
Ellos, los chicos de la basura, son una imagen cotidiana a la que todos los vecinos nos hemos acostumbrado. Verlos correr por las calles detrás del camión, levantando bolsas, algunas con elementos cortantes, pesados y de riesgo, mostrando una energía realmente envidiable, que más de una vez nos hacen pensar: «¿cómo quedarán luego de haber cumplido su tarea diaria?.
Decíamos que es una actividad no siempre reconocida, y tal vez nos quedemos cortos. Porque recolectar los residuos no sólo se trata de algo que no todos quisieran hacer, sino de un trabajo que como tantos, implica un desgaste físico importante, riesgos de todo tipo, y una compensación económica que de ninguna manera se condice con la naturaleza del trabajo.
Valga ese merecido homenaje, que debería traducirse a su vez en un reconocimiento ciudadano a la labor de esas personas que tienen la responsabilidad de retirar todo aquello que los demás desechan, convirtiéndose en actores fundamentales del cuidado de la salubridad pública. Un homenaje extensivo a los barrenderos y empleados de otras áreas del barrido, limpieza y recolección de residuos de la ciudad.
Vaya desde este sitio nuestro reconocimiento y homenaje a esos fieles servidores públicos, anónimos integrantes de una de las áreas más sensibles de la administración comunal, de cuyo trabajo depende el orden y la limpieza de nuestra comunidad.