No pretende esta nota cargar todas las responsabilidades a los gobiernos provincial y nacional de los tropiezos que pudiera tener el intendente Torchio si se llega a producir un cambio en el color político de ambos estados. Ya se sabe que cambió en el provincial, por lo que existe el temor en algunos círculos, que Casares quede relegado por no pertenecer al partido gobernante. Respecto al panorama nacional nada está definido aún, dentro de algo más de 20 días recién se sabrá, aunque nadie puede negar que la gente de Cambiemos canta victoria y el candidato Macri parece haberse puesto la banda con anticipación.
Si el panorama en lo político fuera totalmente adverso al intendente Torchio, es decir sin afinidad en lo provincial y nacional, la continuidad exitosa de su gobierno dependerá por lo tanto de la cintura que tenga para lograr ser atendido en los despachos provinciales y nacionales, y además lograr que sus gestiones lleguen a buen término. Tal vez nos estemos apresurando demasiado, a la luz de que aún no se ha definido el panorama nacional, y que en política y más aún cuando hay elecciones, nada se sabe hasta que no se abran las urnas.
No será la primera vez que Carlos Casares tenga un intendente de un color político y tanto a nivel provincial como nacional de otro color. Al intendente de turno le habrá costado más, habrá tenido una afinidad mayor con algunos funcionarios que con otros, pero tampoco dio para pensar que por esa circunstancia se le puso una bolilla negra a nuestro partido, marginándolo de toda obra pública y condenándolo al atraso. No caben dudas que existen privilegios cuando las administraciones son del mismo palo, pero tampoco se debe exagerar, y en ese aspecto reiteramos: tal circunstancia no deja de ser una prueba para el titular del gobierno municipal, quien deberá profundizar su talento, generar condiciones y lograr contactos que le permitan continuar sin mayores tropiezos con su plan de gobierno. Un desafío que a juzgar por sus propias declaraciones, está dispuesto a asumir.