Ya hace poco más de 4 meses que los casarenses y los habitantes de todo el país están inmersos en una vorágine electoralista por momentos agobiante que ocupa todos los espacios del pensamiento nacional. Y no es para menos, se eligen a las personas que deberán dirigir nuestros destinos en los próximos años, pero ello no quita que el clima vivido ha sido demasiado tóxico por momentos, con ataques, réplicas, acusaciones, denuncias, verdades y mentiras, especulaciones malsanas y estrategias kafkianas que han saturado la paciencia de los ciudadanos.
Y todavía faltan 20 días más…
Es de esperar que el clima amaine, que los políticos entiendan que los votantes quieren escuchar propuestas, analizar a los candidatos y a sus eventuales gabinetes, sacar conclusiones y luego decidir a quien a su juicio debe ser quien conduzca el país. Para calmar un poco los ánimos y escuchar seriamente a los candidatos sería interesante que se concrete un debate, con reglas claras, preguntas, repreguntas y que se ventile todo aquello que pueda interesar al electorado.
De nada valen las chicanas u operativos tendenciosos cuando se juegan instancias tan importantes para el país. No se está eligiendo al delegado de un club de barrio, sino al Presidente de la Nación, lo que requiere criterios claros y el convencimiento por parte de cada ciudadano que está votando al que considera el más apto para ejercer tan importantes funciones.
Si bien los ánimos no son los mismos para esta elección que para la de intendente, cabe esperar que estos 20 días de efervescencia electoral se desarrollen en total armonía y paz.
En cuatro meses y días los casarenses habremos votado en tres oportunidades, lo que no deja de ser un buen ejercicio electoral, en un país en el que hemos tenido largos periodos de abstinencia política, con las urnas «bien guardadas», fruto de los recurrentes golpes militares y su secuela de atropellos y crímenes.