Los párrocos son los pastores de la parroquia, los mismos a los que el Papa Francisco les pidió que tengan olor a oveja, que más allá de sus funciones de dirigir y administrar su parroquia, formen parte de la misma comunidad, compartiendo todos y cada uno de los acontecimientos, marcando su presencia, estando allí donde se los necesita, llegando con su palabra y sus actos a los corazones de todos los vecinos. La iglesia no es una fuerza militar así como un cura no es un efectivo del que dispone para llevarlo de aquí para allá según sean las necesidades. Un cura debe afianzarse, ser uno más, compartirlo todo, ganarse la confianza y el aprecio de los fieles, ser reconocido y requerido toda vez que se lo necesite.
Y sin embargo, de un plumazo, sin que la comunidad haya sido consultada (¿no debería serlo?) desde el obispado se resolvió el traslado de los dos párrocos que se encontraban prestando servicios en la parroquia local, el padre Juan Pellegrino y el padre Francisco Pérez Cadierno, sin que hasta el momento se haya anunciado quienes los reemplazarán.
Ambos religiosos se habían consustanciado con la marcha de nuestra comunidad, eran (lo son) reconocidos por sus vecinos y participaban activamente en los distintos acontecimientos institucionales y sociales, cada uno con su propia impronta, pero llegando a todos los sectores y cumpliendo a carta cabal el mandato del Papa Francisco, de tener olor a ovejas cuidando su propio rebaño y ser pescadores de hombres.
Quienes sean designados deberán empezar de nuevo, adaptarse, darse a conocer, marcar su estilo e integrarse, algo que lleva tiempo, a veces años, cuando en realidad quienes estaban lo habían logrado y cumplían a la perfección su trabajo pastoral.
Se desconocen las razones por las cuales desde la autoridad eclesiástica se decidió el traslado de ambos religiosos. Desde este medio hemos siempre sido mensajeros de las palabras de la parroquia, estimamos que hubiera cabido un aviso, una explicación, y por qué no -lo reiteramos- una consulta a la comunidad católica local. A las ovejas, que hasta en un rebaño real, deben adaptarse a la modalidad de sus pastores.