El sábado ppdo. en el hospital, ante el dolor de los suyos, dejó este mundo el apreciado vecino Domingo «Mingo» Mangas, a la edad de 78 años. Estaba casado con la vecina Elsa Beatriz Porcel y era padre de una hija de nombre María Soledad. Perteneciente a una conocida familia de este medio, se caracterizó por su hombría de bien, su trato afable y sus muchas cualidades que lo hicieron un vecino respetado y querido. Pero créase o no, por decirlo de alguna manera para refrescar un acontecimiento que lo hizo famoso, «MINGO» MANGAS MURIÓ DOS VECES.
Obviamente es algo imposible, pero no en la metáfora de la vida, que suele transformar realidades cotidianas en hechos extraordinarios que exceden la comprensión, pero que de alguna manera «SUCEDEN».
LO «MATARON» PARA COBRAR UN SEGURO
No vamos a entrar en demasiados detalles, sólo comentaremos por arriba las circunstancias en las que «Mingo» Mangas «murió» por primera vez, a tal punto de que se extendió un Certificado de Defunción, para corroborar su fallecimiento.
Ocurrió el 30 de junio de 2000. Al menos el certificado cuyo facsímil que reproducimos en lugar aparte decía así. Todo se supo cuando a mediados de 2001, salió a la luz una maniobra dolosa perpetrada por los organizadores que aseguraban al personal municipal. Ellos «mataron» a Mangas, falsificaron el Certificado de Defunción, una Partida de Defunción «firmada» por el Dr. Rúl Sadovsky, por su puesto falsificada, historias clínicas también fraguadas y como si fuera poco un recibo de cobro de la indemnización por muerte cobrada por el propio «Mingo» Mangas, por cinco mil seiscientos treinta pesos abonados con un cheque por el mismo valor y a su orden, del Banco Bisel. «Mingo», por supuesto, jamás cobró ese cheque. Una estafa de marca mayor.
No vamos a comentar las implicancias políticas de aquel suceso, que algunos llegaron a estimar que fueron trágicas, ni las identidades de los protagonistas casarenses que tuvieron que ver con el mismo. Aquella vez, contra su voluntad y víctima de una repugnante estafa. «Mingo» Mangas murió por primera vez un 30 de junio de 2000, y según la crónica periodística de El Oeste de aquel entonces, gozaba de plena salud, paseaba por la plaza y hacía una vida normal.
15 años después se producía la segunda y lamentable verdadera muerte de «Mingo» Mangas, quien esperó vanamente cobrar una indemnización que jamás se pagó.
Son historias de una sociedad que sabe de claroscuros, de hechos y circunstancias que marcan su historia, plena de acontecimientos que hacen a sus pobladores, algunas como en el caso señalado, rayanas en la anécdota, increíble por cierto.
