LAS MOTOS Y LOS MUERTOS ¿Qué hacemos, actuamos ahora o esperamos con los brazos cruzados la próxima tragedia?

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¿Qué decir que no se haya dicho ya?. Pero, ¿cabe cruzar los brazos, dejando que jóvenes que apenas han asomado a la vida la pierdan por una locura que debe terminarse?. El ¿como? es la gran incógnita. Están aquellos que opinan que la responsabilidad es exclusiva de las autoridades,  que deben aplicar las ordenanzas y leyes con la máxima dureza. Que se puede, que no se quiere, que todos se conmocionan cuando un hecho desgraciado sucede, pero que al otro día ya lo olvidaron, hasta que se produce otro.

La reciente muerte de un chico de 16 años que al comando de su moto chocó en pleno centro de la ciudad, nuevamente puso sobre la mesa todos los cuestionamientos, sentencias y diversidad de opiniones sobre como terminar con esta locura.

No creemos que esto sea un problema que sólo concierne a las autoridades, muy por el contrario es algo que afecta a toda la comunidad, cuyos actores tienen en muchos casos algún grado de responsabilidad.

Habrá llegado por lo tanto el momento de tratarlo entre todos, autoridades, instituciones, vecinos, y trazar políticas tendientes a hacer cumplir las disposiciones legales en su justo término, y aplicarle a los infractores multas y restricciones para el uso de sus vehículos que les hagan comprender que cada infracción, cada desliz que cometan conduciendo sus vehículos será penado severamente.

De nada valen los operativos municipales callejeros de los que se burlan los conductores en una suerte de juego del gato y el ratón cuyos resultados son insignificantes desde el punto de vista de corregir los temperamentos que llevan a los conductores a cometer infracciones que en muchos casos terminan en tragedia.

Es absolutamente necesario un complemento policial inflexible, en operativos a toda hora y en todo momento, que no permita ni los excesos de velocidad, menos aún la conducción de motos sin casco, como tampoco el echo de que transporten en un mismo vehículo tres y cuatro personas, incluido niños, todos sin usar casco.

El desmadre del tránsito local en ese aspecto es total. Pruebas al canto: cada vez más heridos, más muertos, la guardia del hospital a trabajo completo, y no exageramos. La crónica policial también lo corrobora.

Tenemos dos salidas: o actuamos ahora o esperamos con los brazos cruzados la próxima tragedia.

 

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