Mientras en la Europa de la Paz Armada, se desarrollaba a pleno la Segunda Revolución Industrial, con el aporte del acero, el petróleo y la electricidad, en la Argentina de los gobiernos conservadores de principios del siglo XX, se consolidaban los pueblos y ciudades del interior agropecuario. El país exportador de materias primas agricolo-ganaderas, deseaba, a través de su dirigencia, acercarse a los grandes mercados como Inglaterra y Francia.
Para ello era necesario explotar los extensos territorios del interior, principalmente el bonaerense, pletórico de abundancia, en lo que a tierras fértiles se refiere.
Y hacia ese interior viajaron los inmigrantes con inmensos baúles cargados, principalmente, de esperanzas y de pobreza.
Algunos llegaron de la mano de filántropos, como el caso de los judíos de Colonia Mauricio, lo cual no significo’ una gran facilidad, habida cuenta de los grandes problemas, que se desprenden del relato de Marcos Alpersohn
Pero otros, principalmente italianos y españoles, lo hicieron por cuenta propia, implicando un sacrificio superlativo y una gran incertidumbre.
Si bien los judíos tuvieron su colonia, los demás se asentaron en torno a la estación Carlos Casares, en el incipiente poblado que en sus orígenes llevó, justicieramente, el nombre de su fundador: Antonio Maya.
Fue tan vertiginoso el crecimiento del mismo que los legisladores Robbio y Espil, apoyados en los artículos periodísticos que firmaba el Dr. Carlos Arroyo, decidieron presentar el proyecto de la Autonomía.
Si bien en diciembre de 1906 ya estaba presentado, la ley se sancionó en enero de 1908 y se estableció como Partido de Carlos Casares el 8 de enero.
De esta manera, con tierras pertenecientes a los ya creados partidos de Pehuajó y 9 de Julio, se creó el de Carlos Casares.
Feliz Día de la Autonomía, Carlos Casares!
Prof. Daniel Lombardo