Finalmente fue designado por el Obispado de Nueve de Julio el párroco que reemplazará al padre Juan Pellegrino que ha sido trasladado a la parroquia de Trenque Lauquen, mientras que el padre Francisco fue trasladado a Pehuajó.
Quien estará al frente de la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen es el actual párroco de la parroquia San José de Salliqueló, Gustavo Eduardo Sosa, que fuera ordenado sacerdote el 26 de abril de 1991. El padre Sosa ya anunció su traslado a sus filigreses.
UN ERROR DE INFORMACIÓN
Tras reconocer el padre Sosa en declaraciones periodísticas que se lleva el afecto de muchísima gente, con la cual ha compartido momentos importantes de la vida, que le dan sentido al sacerdocio. Se lleva en su corazón la gratitud de gente sencilla, y cuando los que agradecen son los pobres, la satisfacción es mucho más grande, dice el clérigo.
En otro párrafo de la nota, al referirse a su nuevo destino, Carlos Casares, el padre Sosa dice o siguiente: “El obispo me explicó que a Casares no puede mandar un cura joven, tiene que mandar un cura experimentado, porque la realidad de Casares es que la comunidad cultural-mente es muy distinta al resto de la diócesis. Es una comunidad fundada por judíos y la comunidad judía sigue siendo muy fuerte hasta el día de hoy. Es no sólo fuerte sino poderosa económicamente. Los católicos allí son minoría y tienen –me decía un cura que estuvo ahí- el sentimiento de ser a menos (¿?). Hay que trabajar mucho allí (lo diría en términos psicológicos – la autoestima de ser católicos en medio de una comunidad netamente judía. Con un judaísmo muy particular, muy sano, no practicante, pero si de tradiciones”
- de la R. Estimamos que el padre Sosa no está correctamente informado. Y cuando venga lo comprobará. Es cierto que la comunidad judía ha sido muy importante en Casares, como que es parte de nuestra historia, aunque en la actualidad se ha visto notablemente reducida. Entre sus integrantes existen vecinos económicamente poderosos y otros que no lo son. No es verdad que los católicos en Casares sean minoría, como tampoco es cierto que tengan –los católicos- el sentimiento de ser a menos. Aquí judíos y católicos conviven sin prejuicios ni diferencias, respetando costumbres y credos, sin ningún tipo de discriminación, muy por el contrario, participando unos y otros con un amplio sentido ecuménico, de ceremonias y actos religiosos que atañen a ambos, con afecto, respeto y consideración.