Es muy bueno que los funcionarios del área de cultura de la comuna se ocupen de controlar que los edificios que conforman el Patrimonio Histórico Casarense no sufran modificaciones, sea en cuanto a su estructura, como tampoco sumarles elementos de decoración que modifique su estética, o pintarlos de colores no adecuados, desvirtuando así su valor histórico. Pero claro, preservar no es dejarlos como están, sino mantenerlos y en el caso de que presenten sus frentes o interiores deteriorados, carcomidos por el paso del tiempo y a riesgo de arruinarse aún más, hacer lo que fuere necesario para que conserven su belleza arquitectónica y su valor histórico.
Caso contrario el decreto de declaración de «edificio histórico», termina siendo letra muerta, ya que sus propietarios pueden hacer lo que quieran con ellos. En otros países, otros lugares la preservación del patrimonio histórico tiene una contundencia mayor, por ley no se pueden modificar los frentes, aunque sí sus interiores. Tampoco demolerlos, es terminante.
Nos hacíamos eco en anterior edición del alerta que desde el área de cultura se disparó respecto a trabajos de pintura que se realizan en la fachada del Teatro Verdi, edificio incluido dentro del Patrimonio Histórico Casa-rense, que fuera inaugurado a fines del siglo XIX. Quienes decidieron pintarlo, presumimos que es la Sociedad Italiana, es evidente que ignorando la pertenencia histórica de Carlos Casares, tal vez sin darse cuenta, eligieron los colores y sus combinaciones a su real saber y entender, cuando todo indica que se debió consultar a los especialistas de la comuna, tal cual lo hizo saber la museóloga Teresa Acedo a cargo de la Dirección de Patrimonio, Museos y Turismo, en la nota que le hiciéramos oportunamente.
Decíamos más arriba que valoramos la preocupación de los funcionarios de cultura en el tema, y a tales efectos recordamos que con fecha 10 de octubre de 2015, en nota editorial, mencionamos que una de las casas más antiguas de la ciudad, que perteneciera al primer médico establecido en Carlos Casares, el Dr. Demetrio Aranovich, ubicada en la calle Brandsen, entre H. Yrigoyen y Maipú, se encontraba (y se encuentra aún) en un estado deplorable, completamente deteriorada, cuando la comuna, atento a lo que representa para la historia casarense, debió haberse hecho cargo del reciclado de esa verdadera joya arquitectónica, en la actualidad abandonada desde el punto de vista edilicio, siendo usado su interior para un depósito de mercaderías. Es propiedad privada y por lo tanto no se puede pretender el reciclado de su interior, pero sí del frente en un convenio con el propietario, para dejarla con el brillo y la prestancia artística de cuando fuera construida.