
Lejos en la estadística de accidentes, los protagonizados por las motos la encabezan holgadamente. También son los que más visitan (los motociclistas accidentados) la guardia hospitalaria y también los servicios de traumatología y los quirófanos. Un elevado porcentaje ha dejado la vida, otros han quedado con serios problemas físicos.
Y pese a las campañas y exhortaciones, como así también los operativos de tránsito, un 90% de los motociclistas circulan sin el casco correspondiente y obligatorio. Y también lo hacen convirtiendo a sus motos en semi-colectivos transportando a varios niños sin protección alguna. Está visto que la batalla para concientizar y lograr una respuesta positiva ha fracasado.
Queda por saber si las autoridades van a bajar los brazos en este aspecto, o articularán otro tipo de controles, campañas y operativos para corregir este verdadero problema, que a la luz de los acontecimientos pareciera no tener solución. Aunque sí la tiene porque en otros puntos los resultados son satisfactorios, logrando que los motociclistas, en defensa de su propia vida, usen el casco obligatorio.
No queremos dar ideas ni proponer soluciones, esa es tarea de quienes saben como hacerlo, y si aquí no saben deberán consultar en otros puntos para articular las medidas necesarias para y así lograr un resultado.
Es evidente que los operativos de la Guardia Urbana son estériles, que los motociclistas se burlan, disparan, tiene actitudes belicosas y no respetan ni siquiera a la policía. Sobre esa base habrá que diseñar una estrategia más efectiva y disuasiva, con firmeza, sin violencia, pero que no permita infracciones y muchos menos rebeldías.