Ayer con distintos actos se conmemoró el Día de la Mujer, realizándose incluso homenajes a mujeres destacadas casarenses y en general a todas las mujeres. Un acto de estricta justicia el de reverenciar a las mujeres, que tanto en su rol de madres como en el de educadoras y hoy en día partícipes del crecimiento y el desarrollo del país y del mundo, merecen el más cálido y demostrativo de los reconocimientos.
Pero, en discordancia con estos valores que ponen cada vez más en alto el concepto y la consideración que se tiene de la mujer, observamos que no dejan de crecer los casos de violencia familiar, que tienen a la mujer como principal víctima, al límite de encabezar estadísticas de brutales ataques seguidos de muerte por parte de ex esposos o concubinos, que tiñen de sangre las crónicas policiales del país.
Y en Carlos Casares no estamos exentos del increíble auge de este tipo de delitos, muchos de los cuales son tratados a nivel de la comisaría de la mujer, cuyo rol en el seno de nuestra comunidad es importantísimo, pero otros tantos, y son muchos, no llegan a instancias judiciales y se mantienen en secreto pese a que son reiterados y con situaciones de extrema violencia.
En el día de la mujer, entre flores, besos y cálidas demostraciones a ese ser maravilloso que es la mujer, no podemos dejar de mostrar el lado oscuro y lamentable que tiene a las mujeres como destinatarias del comportamiento machista y violento de sus esposos ex-esposos, concubinos o ex-concubinos, que las someten a castigos y vejaciones, muchas veces desafiando a órdenes de restricción emanadas de la autoridad judicial.
Es por lo expuesto que además de reverenciar a la mujer en su día, tengamos en cuenta que hay mujeres para las cuales cada día es un infierno, que deben ser ayudadas y guiadas para que ellas mismas puedan tener el coraje de revertir su situación y vivir una vida mejor.