Si hay un dicho autóctono que se popularizó, o como se dice ahora se «viralizó», en el seno de nuestra comunidad, allá por los años 40/50 y que perduró por décadas, fue aquel que decía, y que ahora poco se menciona: «A LLORAR AL MATERNO», y funcionaba a manera de respuesta para todos aquellos que se lamentaban, ya sea por la pérdida de un partido de fútbol, de la elecciones, o por algún otro hecho que mereciera una queja. Ese famoso dicho tenía que ver con el Centro Materno Infantil, que se inaugurara allá por los años ´40, más precisamente en 1943, por iniciativa del Dr. Roberto Espil. Era el Centro Materno un establecimiento asistencial destinado a la atención de la madre y el niño. Y precisamente de allí, porque era muy frecuente escuchar el llanto de los niños, fue que surgió aquella famosa frase: «A LLORAR AL MATERNO».
Hoy tal vez ya no tenga sentido decirla. Los partos dejaron de atenderse en el Centro Materno, por lo que el primer llanto de los recién nacidos ya no se escuchaba allí, y al ser derivada próximamente la atención pediátrica también al hospital, tampoco se escuchará el llanto de otros niños. Tales cambios se producen para optimizar la atención de la salud de madres y niños, con lo que el mítico Centro Materno será usado para Vacunación, Esti-mulación Temprana, Nutrición y Odontología, desapareciendo en gran parte la razón por la cual fue creado.
Esto traerá algún discon-formismo por parte de la comunidad, principalmente por la atención pediátrica, ya que muchas personas evalúan la comodidad de contar con un centro asistencial en el radio céntrico de la ciudad. Ir hasta el hospital demandará más tiempo y seguramente más gastos e incomodidades, aunque se supone que se han estudiado con detenimiento las razones por la cuales se decidió su traslado.
Este es un tema que se viene debatiendo desde hace años, y que encontró fuertes resistencias, incluso algunas a nivel profesional. Por esa razón no se produjo antes. El hecho de concentrar en un mismo centro, el hospital, el área materno infantil sin duda es beneficioso, por sobre las causales que pudieran esgrimirse para oponerse a su traslado.
Volviendo al tema inicial, la famosa frase «A LLORAR AL MATERNO» ya no tendrá sentido.