Tal vez cuando construyeron la fuente de la plaza en la diagonal que apunta al Gran Hotel, la imaginaron una suerte de Fontana di Trevi de Roma en la que los vecinos y visitantes arrojaran monedas para que se cumplan sus deseos. Sin embargo en esa fuente sólo arrojaron porquerías, desde deshechos de comidas, yerba, papeles y hasta profilácticos, el agua se pudría, la muchachada belicosa la iba rompiendo, por lo que la comuna decidió demolerla, convirtiendo el estanque en un cantero.
A aquellos vecinos románticos que se extasían frente a las fuentes, la idea les pareció horrible, pero en el seno del gobierno actual privó la practicidad y por lo tanto sepultaron aquellos sueños, para llenarla de tierra, sembrar allí flores, y posiblemente tener que lidiar luego con otros problemas.