Quién se de una vueltita por la estación de ferrocarril local se encontrará con dependencias cerradas con candados y una suerte de desolación y abandono que llama a la nostalgia. Pensar que esa estación supo estar todos los días repleta de gente, más de 100 o 150 personas entre los que subían o bajaban de los trenes de pasajeros y los que iban a acompañarlos o esperarlos. También se observaba la presencia de muchos curiosos que iban a ver quien viajaba o regresaba de algún viaje. Algo muy típico de los pueblos del interior. En la llamada «playa» o estacionamiento detrás del edificio, gran cantidad de coches de alquiler y particulares se agolpaban en las horas de partida del tren diesel, casi de madrugada y la llegada por la noche del convoy de regreso. Era sin duda alguna el transporte casi único en el cual los casarenses viajaban a distintos puntos.
Nada de eso ha quedado, ni siquiera perduró el fugaz amague de los trenes chinos del ministro Randazzo. La vía está muerta para los trenes de pasajeros, un cartel dice que no corren hasta nuevo aviso, y aunque corran el viaje es un parto que puede durar, 7, 10 o 12 horas. La vías están destruidas.
ESAS DEPENDENCIAS PUEDEN SER
USURPADAS
No es la primera vez que una familia sin donde vivir viendo edificios de estaciones abandonados, los usurpa y constituye ahí su hogar. Por más que las dependencias de la estación local estén resguardadas por candados, ese no será obstáculo para que los violen y las usurpen. A ese edificio histórico alguna vez se pensó devolverle su anterior esplendor como se hiciera con algunas estaciones ferroviarias, pero salvo el interés en mantenerla echa un «chiche» por un jefe de apellido Mosca, años atrás, después fue abandonada y allí está. Una verdadera lástima.