Sin tener en nuestro poder estadísticas oficiales que muestren en que porcentaje de los delitos los autores son menores de edad, se sabe que al menos en aquellos delitos contra la propiedad como así también asaltos en la vía pública, descuidos y raterismo, más de un 50% de los autores son menores. Algunos reincidentes, otros ya »clientes habituales» de la policía, que cometen los delitos, comparecen ante trámites spress y son puestos nuevamente en libertad, en una suerte de Uróboros, la serpiente que engulle su propia cola formando un círculo que simboliza el ciclo eterno de las cosas. Habla de aquel esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de todo lo que se haga para impedirlo.
Aunque en realidad nada se hace para impedir ese ciclo que parece eterno, el de los menores delincuentes que roban, salen y vuelven a robar.
Sin más tenemos lo ocurrido en estos últimos días con una serie de delitos, asalto, intento de homicidio y robos en domicilios, todos cometidos por menores de edad, obviamente ya conocidos, que dan las hurras en sede policial, se burlan de la autoridad y de la ley, y retornan a su actividad delictiva habitual, mechada con alcohol, droga y el goce de la impunidad que les da su temprana edad.
Como se dice, «algo hay que hacer», las víctimas de asaltos, robos y violencia no se pueden resignar a la explicación policial que les dice: «no podemos hacer nada, son menores…».
El sentido común diría que se pueden hacer muchas, pero se choca con barreras infranqueables que pone la ley, que ha fijado edades límites para considerar la minoridad desde el punto de vista legal, cuando la maduración de los «chicos» de hoy nada tiene que ver con la de ayer. Bajar la edad de imputabilidad sería una medida acertada, a tono con la realidad actual. Mucho se ha hablado de ello pero hasta el momento nada se ha hecho. Hoy los menores gozan de ese privilegio y delinquen sin problemas, y en otros delitos como el de la droga son usados por los mayores para repartirla entre sus iguales, y lo que es peor, cobrando su trabajo con droga.
Si «algo hay que hacer». Los menores delinquen, entran y vuelven a salir para delinquir nuevamente. El círculo sin fin. El Uróboros.