Seguro te dará la vida
lo que a la vida le das…
Seguro tendrá tu dicha,
la dicha que tu ganás…
Y será un premio a tu esfuerzo,
cosechar lo que sembrás…
La vida es una sucesión y suma de hechos que vamos sembrando, como semillas de esperanza, en nuestro andar. Y la semilla, regada por el esfuerzo de cada uno, irá formando en el surco de la existencia, que se vuelve huella a nuestro paso, la simiente que, en forma de sueños concretados y hechos realidad, iremos recogiendo, cual recoge el labrador su cosecha, para acopiarla, como experiencia y riqueza, en el granero de la vida que llaman recuerdo. Ese marchar, como alguna vez dijo el poeta, va formando camino al andar…
Y como dijo Atahualpa, en ese “marchar parejo de no cansarme”, se va formando la historia que nos perdurará en el tiempo, resumen y razón de nuestro vivir, pasado, presente y futuro resumido en un hecho: haber sido.
Y en ese haber sido, en ese marchar parejo, razón y vida, Mario Rodolfo Paolucci, por siempre Mario, fue un verdadero artífice formador de recuerdos. Aquel muchachito que alguna vez trabajara en la Tienda El Hogar y que luego, con su hermano Luis, a puro esfuerzo, trabajo y sacrificio, desde un modesto taller de reparaciones de automóviles, fueron escribiendo una historia de éxitos, para formar una Concesionaria de venta de vehículos de la marca Peugeot, Paolucci Automotores, que fue sinónimo de la marca y del ramo. Vendedor de capacidad superior, entusiasta e incansable en la tarea, fue un verdadero puntal en la marcha de la empresa. Cuando Luis, con su reconocida capacidad de mecánico, el complemento justo a la actividad, comenzó a preparar coches de competición, y nada menos que en la más importante categoría del automovilismo deportivo argentino, el Turismo de Carretera, él no le quitó entusiasmo a la actividad de la empresa ni del taller. Y en el automovilismo deportivo argentino, el apellido Paolucci no estuvo ajeno, y por el contrario, le brindó dos ejemplares que le dieron lustre, como José Luis, “Cocheli”, hijo de Luis o Rodolfo “Rody”, su hijo, que luego de brillar en categorías zonales, logrando triunfos y títulos, lograron, como el caso de Rody, un título de Campeón Argentino.
Luego la vida, el destino, la economía, marcaron otros rumbos y Mario Rodolfo Paolucci se trasladó a la vecina ciudad de Pehuajó donde puso una Agencia de venta de autos que marcó rumbos. Y aquel recordado muchacho, poblador de la noche, alegre y divertido, pero trabajador y luchador, para mantener con su esfuerzo su vida, fue el forjador de un destino de vida de reconocida trayectoria. Transformado por su hijo Rodolfo en feliz abuelo, recibiendo en el ocaso de su existencia, aún con mucho camino por delante, la miel de la vida que es la presencia de aquellos a quienes llamamos, al ser hijos de los nuestros, doblemente hijos, que son los nietos, fue transcurriendo su tiempo. Hasta que el 23 de mayo, con 74 años de edad, que presagiaban todavía un largo camino a recorrer, el destino, inapelable y sin sentimientos marcó el final de su sendero.
En su postrer recorrido hacia su última morada en el Cementerio Municipal, el martes 24 de mayo, a las 9 hs, previo responso religioso rezado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, el dolor de sus familiares, amigos y vecinos, quedó demostrado en las reiteradas expresiones de pesar.
Con Mario Rodolfo Paolucci se marchó un integrante de nuestra sociedad pueblerina que escribiera imborrables momentos de una historia, que transformada en recuerdos lo perdurará en el tiempo. Que Dios le de la paz que su alma merece y a su familia, a quien hacemos llegar nuestro más sincero pésame, la resignación necesaria para superar tan duro trance.
- D. O.