Domingo de fútbol y alegrías,
mientras la vida nos diera permiso…
Pero un día se nos acabó la risa
y el fútbol se quedaba sin destino…
(“Tarde de domingo”. Juan D. Ondano)
Muchos domingos nos encendió sonrisas, cuando dibujaba en una cancha futbolera, mil diabluras con goles y gambetas…Y la vida le daba permiso a nuestras ansias, y nacía la pagana oración en la tarde dominguera, pronunciando su nombre en el festejo, elevando nuestro grito en la contienda, que lanzaban al aire mariposas que se abrazaban con el “gooool” de la emoción sincera… Y él nos pagaba con una alegre mueca nuestro aplauso hacedor de su grandeza. De chiquilín, venido de su natal Hortensia, comenzó a dibujarnos filigranas y a regalarnos sus goles y gambetas, poniendo pasión en los colores que lo envolvieron con su calor en cada camiseta que pusieron colores a su pecho y vieron nacer mil palomas mensajeras, en cada latido de su corazón y en cada milímetro de sangre de sus venas…
Walter Enrique Hernández fue su nombre, que se hizo reiteración en muchas voces de los hinchas de Deportivo, Atlético, Argentina o Huracán, y de la afición futbolera toda, que con el puño apretado de un festejo le ponía los sonidos de su nombre a la alegría, que era himno de triunfo de sus bocas… Cuando ya sus piernas no podían dibujar gambetas y rabonas, cuando sus disparos no eran goles, llevó sus conocimientos y sapiencia, para convertirse en el guía, que desde la Dirección Técnica, para seguir presente en las tardes domingueras.
Y se transformó en esposo y padre porque la vida lo bendijo con esos títulos inigualables, y se dedicó a distintas tareas para darle, el sustento necesario a su profesión de hombre casado, y con el oficio de pizzero, se ganaba, con honradez, el sustento diario. Todo parecía feliz en su camino, pero oculto en las sombras el destino, lo esperaba insensible y despiadado, para ponerle dolor al recorrido. Y cuando apenas había superado el medio siglo de su tiempo de vida consumido, una lamentable enfermedad le puso final y su hermoso andar por los caminos. Y se fue, rumbo a espacios desconocidos, que para Walter nunca serán olvido, dejando tras de sí muchos recuerdos, que le permitirán volver, en el grito de gol, en la reunión de amigos y en el festejo triunfal de los domingos.
Porque la realidad indica que: Walter Enrique Hernández, falleció en Bs, As., donde estaba siendo tratado de una lamentable enfermedad, el sábado 30 de abril cuando contaba con 54 años de edad. El inmenso dolor provocado por su deceso se vio reflejado en el acto de su velatorio y de su inhumación, el domingo 1º de mayo en el Cementerio Municipal, luego del oficio religioso rezado en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora del Carmen.
El “hasta siempre” al amigo y el deseo de resignación para su familia, en especial para el querido Andy.
- D. O.