EDUARDO «GORDO» MOORE A 30 años de su fallecimiento bien se merece que una calle lleve su nombre

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Eduardo «Gordo» Moore es sin duda alguna un prócer del polo casarense, que brilló no sólo en las canchas locales sino en todo el mundo, llegando a ser uno de los polistas preferidos de la corona inglesa, reverenciado por todos los amantes de ese verdadero deporte de reyes que tiene a la Argentina como su mejor exponente. Y aún así el recordado «Gordo» Moore era un vecino modesto, de perfil bajo, más bien solitario, solidario y generoso, que lejos de marearse por su contacto con reyes, príncipes, sultanes y millonarios de todo el mundo, era en Carlos Casares un vecino más, atento y cordial, aunque eso sí, sumamente reservado.

¿No merece «Gordo» Moore que una calle de Carlos Casares lleve su nombre?. Creemos que sí, sería además un honor para todos los casarenses sin excepciones, por lo que significó el «Gordo» Moore, a quien habiendo pasado ya 30 años de su muerte, se lo recuerda con cariño y es un orgullo para todos los casarenses.

 

CUANDO EL HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO ESTUVO EN CASARES

 

Entre los famosos que fueron huéspedes de «Gordo» Moore, el Sultán de Brunei, en ese momento el hombre más rico del planeta, fue uno de ellos.

 

EL VECINO «POCHI» BARRERA Y UNA ANÉCDOTA RISUEÑA

Hace ya más de 30 años, cuando la disco AQUELARRE funcionaba a pleno ocurrió una anécdota risueña, precisamente con uno de los huéspedes famosos de Eduardo «Gordo» Moore, alumno de su escuela de polo.

 

UN «NEGRITO» QUE QUERÍA PAGAR CON 100 DÓLARES

En aquel entonces trabajaba como barrero en la disco el conocido vecino Oscar «Pochi» Barrera, ahora establecido con comercio de pizzería en la Avda. 9 de Julio, quien fue hasta donde se encontraba uno de los dueños del boliche y le comentó: «En la barra hay dos tipos medio negritos, pidieron dos gin tonic y uno de ellos quiere pagar con 100 dólares, dice que no tiene plata de la nuestra, ¿qué hago?». En ese momento el dueño de Aquelarre recordó que un par de horas antes se había comunicado con él Eduardo «Gordo» Moore para decirle que iban a ir al boliche dos personas que eran huéspedes suyos, que si tomaban algo no les cobrara, que después pagaba él. Una de esas personas, de contextura más bien pequeña, muy morocho y con barba tipo candado, era nada menos que el famoso Sultán de Brunei, en ese entonces el hombre más rico del mundo, cuya fortuna oscilaba en los 60 mil millones de dólares.

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