El tema de los últimos meses ha sido sin duda alguna el aumento desmesurado de los servicios, cuadruplicando o acaso más las distintas tarifas, sean de energía, gas, agua etc. Aumentos que en algunos casos ponen a los usuarios en la disyuntiva de comer o pagarlos, porque en muchos hogares no puede con las dos cosas. Y lo peor es que estamos hablando de servicios deficientes, algunos de los cuales como el caso del agua, que dicen es potable, no deberían pagarse hasta tanto el servicio entregue agua apta para el consumo humano, y no con un alto contenido de arsénico y otros componentes que -está probado- son causantes de graves enfermedades.
Pero eso no es todo, la empresa ABSA no da pie con bola con los derrames cloacales en distintos puntos de la ciudad. Agua pútrida y deshechos que afloran a la superficie, en muchos casos se acumula en charcos o en zanjas y «perfuma» el ambiente con aromas fétidos y asqueantes que obligan a los vecinos a respirarlos día y noche sin que se haga nada para solucionar el problema. Tal vez se intente hacer algo, pero está visto que los problemas son estructurales, y hasta tanto no se realicen las obras necesarias, seguirán estando cual si fueran males endémicos de una sociedad empobrecida.
Diariamente recibimos en nuestra redacción, sea personalmente, en forma telefónica o a través de nuestro correo electrónico, quejas del más variado tenor, algunas pidiendo nuestra colaboración para que haciendo público dichos inconvenientes la empresa que tiene la responsabilidad de brindar el servicio se ocupe de solucionarlos. Otros en cambio, ya cansados de quejarse y de soportar esa «baranda» inmunda que inunda sus casas, se pega en sus ropas y amarga sus vidas, destilan toda su bronca derramando insultos contra los responsables de ese daño insalubre que parece no tener solución.
Para caer en un lugar común y a sabiendas que no es su responsabilidad, pedimos a las autoridades municipales que se hagan eco del malestar de tantos vecinos que padecen el problema. No esperemos que vengan de un programa televisivo como ya ocurriera a hacer un concurso de arsénico entre las personas afectadas, haciendo una suerte de historieta televisiva de un grave problema que afecta sus vidas. Seguramente pueda dar más resultado que una queja formal y seria, pero es triste y doloroso que desde el ridículo y la mofa se pueda lograr la reparación de un drama cotidiano.