Dice el diccionario que inspeccionar es examinar atentamente una cosa o un lugar. Se presume que un inspector debe ser un funcionario vigilante que detecte todo aquello que está mal, fuera de lugar o merece un llamado de atención al responsable para que se ponga en regla. Si bien a nivel del municipio es de suponer que existen inspectores con funciones específicas, llámese tránsito, salubridad e higiene, obras públicas etc., debe contemplarse un rango de inspectores que detecten, como decíamos, aquello que está mal o fuera de lugar. Por ejemplo autos mal estacionados, veredas obstruídas por construcciones, obras de construcción que no tengan el permiso correspondiente, comercios sin habilitación, vecinos que arrojan basura en lugares no permitidos, motos obstruyendo veredas, carga y descarga fuera de los horarios permitidos, ingreso de camiones en el radio céntrico, y un sin fin de infracciones que tienden precisamente a causar desorden y por lo tanto merecen la advertencia de los inspectores y la aplicación de eventuales sanciones si fueren reincidentes.
En muchas oportunidades hemos señalado tal vez con cierta ironía que Casares es el pueblo de los inspectores ciegos. ¿Será porque no se los instruye convenientemente para que cumplan sus obligaciones, o porque no están debidamente preparados para cumplir con la misión que se les encomienda?. Sea como fuere, si algo le falta a la Oficina de Inspección local es que los inspectores inspeccionen. No es buscando responsables que hacemos la presente observación, tal vez haga falta una planificación distinta, entrenamiento y órdenes específicas, pero está claro que una gran parte de las infracciones que se cometen a diario en nuestra ciudad, se evitarían si el ojo atento de los inspectores las detectaran ejerciendo su trabajo a conciencia, pensando que de ellos depende el ordenamiento urbano y el equilibrio de una sociedad que debe manejarse con normas y reglas para una mejor convivencia.