Hay muy profundos dolores
que parecen puñaladas….
Lo que se escribe llorando
suele leerse entre lágrimas…
Porque hay adioses tan tristes,
que nos destrozan el alma…
Hay momentos de la vida que se nos vuelven distancia… Hay abrazos que nos entibian cuando está temblando el alma…y hay gritos que se hacen silencio, cuando los mojan las lágrimas…
Hay adioses que nos duelen y nos dejan sin palabras, aunque sea un “hasta pronto” y vuelvan cada mañana, para abrazarnos en recuerdos por sendas de la nostalgia…
Una madrugada sabatina, antes de que llegue el alba, los duendes de los silencios, tiñeron de adios la mañana y llevaron a Amilcar camino de la distancia…
Amilcar Ángel Ilardo, señor de nombre y estampa, que escribió en el libro de vida, lo mejor para sus páginas, se fue y una hermosa historia, de decencia y vida honrada, nos dejó para el recuerdo de su brillante marcha, por esto que llaman vida y que es solo una pasada por el terrenal espacio hacia la gloria ganada.
Aquel muchacho correcto, de seriedad respetada, que siempre prestó su esfuerzo a la entidad que integrara, fue jalonando su marcha con silencio y obra lograda, porque nunca a su trabajo que a la comunidad brindara, le puso precio ni carga, sino el pecho y sus ganas.
A lo largo de su andar, para nombrar algo de su marcha, dejó huella de su paso para que el tiempo citara. Fue jugador de Deportivo Casares, el club que eligió su alma, del que también fue integrante de Comisión y la hinchada. La Fiesta del Girasol lo tuvo por muchos años como gran colaborador de cuanta comisión integrara y se acercó a la cultura, formando con Los Hanga Huaco, aquella hermosa cantata, “Al sur de América y del Canto”, que nadie podrá olvidarla y a los Artistas Casarenses, grupo de honrosa prosapia, le prestó su varonil voz, para engalanar jornadas, en presentación y recitados en espectaculares noches que el grupo siempre brindara y por más de diez años estuvo en audiciones de radio que “Con toda la Voz” se llamara, dando cátedra de tango y de música ciudadana, los sábados, con media hora que la gente disfrutaba, y que él mostraba orgulloso su saber, en su palabra. Y con un grupo de amigos, que el dos por cuatro amaban, formó la casarense Academia del Tango, para darle impulso tanguero a nuestra vida ciudadana. En la Cámara de Comercio, entidad que por muchos años, en sus filas militara y donde cuando el destino, su final de huella marcara, lo encontró Presidente y soldado de su causa. Para procurar sustento, bienestar y mantener la casa, comenzó en la Alvarado con Horacio Santos y ganas, a transitar el camino de patentamiento y asesoría, donde pronto se destacara. Luego cada uno siguió por su camino que siempre los vio amigos, aunque otras huellas caminaran, y en la calle Sarmiento, terminó su andar entre planillas y cartas, para dejar como firma una trayectoria honrada, que lo tendrá para siempre como ejemplo y abanderado de las más hermosas causas.
Por eso duelen adioses, en el corazón y el alma, por eso escribo llorando para que lean entre lágrimas, un Padre Nuestro de soles, que entrecorta las palabras, y que cada mañana, cuando despierte algún sueño, en un puñado de nostalgia, nos ha de venir a abrazar por un sendero de recuerdos que nos han de entibiar el alma.
Luego de estas semblanzas que nos han nacido del pecho con el dolor de añoranza, vaya el triste motivo que generara esta pena que nos duele hasta en las entrañas:
En las primeras horas del sábado 25 de junio, falleció Amilcar Ángel Ilardo, a quien el cariño de familiares, amigos y conocidos, lo nombraba como “Rulo”, cuando contaba con 74 años de edad. Vecino muy conocido y de fecunda vida social integrante de varias entidades y organizaciones de nuestro medio, como el Club Deportivo Casares, la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Carlos Casares, donde era Presidente actualmente, la Fiesta Nacional del Girasol, la Academia de Tango de Carlos Casares, de la que fuera fundador, el Grupo de Artistas Populares Casarenses, entre otras y compañero de ruta durante una década, con quien esto escribe, en la radio, casado con Elsa Rojas y padre de dos hijos, Dino y Duilio. El profundo y sincero dolor que provocara tan lamentable hecho, se vio reflejado en las reiteradas muestras de pesar en el acto de su velatorio, y su posterior inhumación. Fue pasado por la Cámara de Comercio local, donde recibió el emocionado adiós de directivos y asociados y luego del rezo religioso en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, a las 17,30 hs. del sábado 25, el numeroso cortejo lo acompañó en su viaje postrero hasta su última morada en el Cementerio Municipal. Que Dios de a su alma el eterno descanso merecido y a sus familiares y amigos la resignación necesaria, para paliar tanto dolor.
En la seguridad que cada amanecer sus recuerdos vendrán a abrazarnos siempre, le decimos a Amilcar Ángel Rulo Ilardo, “Hasta siempre”.
JUAN DOMINGO ONDANO