Créase o no, gran parte de los casarenses se muere de frío, por decirlo de alguna manera. Se terminó aquella frase tan común: «no veo la hora de llegar a casa para estar calentito». El brutal aumento de los servicios es el causante. En gran parte de los hogares se ha racionado de tal manera la calefacción, que incluso no se sacan los abrigos para estar en el interior de sus viviendas. En hogares en los cuales mantenían las 24 hs. encendidos sus artefactos a gas para tener la casa «calentita», ahora los encienden sólo unas horas, de noche los apagan y para dormir son muchos los que lo hacen bien abrigados y con bolsa de agua caliente.
Con resignación algunos, con mucha bronca otros, los casarenses se han tenido que adaptar a estos tiempos en que tanto el gas como la energía eléctrica valen oro, y para no resentir demasiado sus economías optan por ahorrar perdiendo calidad de vida y arriesgándose a que el intenso frío termine resintiéndoles la salud en momentos en que una gripe de «las de ahora» nada tiene que ver con las de antes que en unos pocos días con un antigripal se curaban. Ahora las gripes tienen mayores complicaciones, muchas terminan en neumonías, y lo que se ahorran en energía lo dejan en las farmacias, donde los aumentos de los medicamentos ha sido tan brutal como el del gas o la energía.
Por lo general en esta columna de opinión cuando vertimos una crítica o señalamos alguna falencia proponemos soluciones o sugerimos que tal o cual repartición, el gobierno municipal o quien sea le busquen una solución. Pero en el tema de las tarifas se nos quemaron los papeles. El gobierno nacional con su política de sinceramiento de las tarifas ha implementado ajustes que en algunos casos van más allá de las posibilidades de las clases menos pudientes e incluso la media, generando serios problemas en sus economías, al punto de que sacrificando su bienestar intentan lograr bajar el consumo y así poder lograr abonar las abultadas tarifas de los servicios.
¿Es esa la solución?. Creemos que no, que la política de ajuste tipo shock, de una sola vez, en lugar de ser gradual y acorde a las posibilidades del usuario, es discriminatoria ya que de un lado deja a los que pueden darse el lujo de pagar los aumentos sin problemas y del otro a los que ante un invierno cruel como el que estamos pasando, los obliga a morirse de frío.