Dicho en buen romance, al padre Daniel Camagna le han destruido la vida, sin perjuicio de que la denuncia en la que se vio involucrado sea verdad. Todos los medios, no sólo los regionales se hicieron eco de lo sucedido, sino también los nacionales, desde los noticieros de televisión hasta artículos en los diarios más importantes y comentarios en las radios. El nombre del padre Daniel circuló en todo el ámbito del país, cual si fuera un sacerdote libidinoso en búsqueda de diversión, mujeres y droga. Todo según los dichos de un menor que le contó a su madre que un hombre en horas de la madrugada de días atrás se detuvo para preguntarle si sabía donde podía haber diversión, prostitutas y drogas.
A MUCHOS
NO LES CIERRA
¿Habrá sido realmente así?, no son pocos a los que la historia no les cierra, ya que el hecho de que un sacerdote detenga su auto en la calle para preguntarle a un chico que está en una esquina por mujeres y drogas, resulta un tanto inverosímil.
Si hubiera sido así, el comportamiento del cura no tendría atenuante alguno. Es más aún, por ser religioso su indigna acción es doblemente punitiva, por un lado la justicia y por el otro la autoridad eclesiástica. Quizás esto último haya sido lo más grave, le faltó a la ley de Dios.
Quienes dudan se preguntan y preguntan: ¿Se puede denunciar cualquier cosa y destruirle la vida a una persona sin poder probarlo?. Se puede, claro que se puede, una prueba de ello es que la fiscal aceptó la denuncia formulada por la madre del joven, disparando de ahí en más un misil hacia los medios que al hacerse eco de la denuncia e identificado el presunto autor del hecho, lo crucificaron con sólo relatar el tenor de la denuncia y el hecho de que el denunciado sea un cura.
A menos que el padre Daniel Camagna confiese que efectivamente actuó como dijo el menor, la justicia nada podrá hacer, será una denuncia más, una causa que se cierra sin consecuencia alguna para el denunciado. ¿Pero quién lo resarce al padre Camagna del daño infringido?. Nadie, el escarnio público ha sido atroz.
Lamentablemente la iglesia está atravesada por las conductas non santas de cantidad de clérigos, autores de delitos sexuales aberrantes, muchos de los cuales han sido condenados, otros separados de la iglesia, e igualmente crucificados por la opinión pública.