Hace ya tiempo cuando una persona para demostrar sus dotes de adivino le preguntaba a otra por una profesión, un mueble o un color, el entrevistado respondía sin dudar: carpintero, ropero, colorado. Quien se lo preguntaba lo anotaba de antemano en un papel y luego le demostraba a su interlocutor que había adivinado. En los tiempos actuales tal prueba no daría resultado. Quedan muy pocos carpinteros, casi contados con la mano, pero sin embargo, la cantidad de psicólogos que ejercen en nuestra ciudad es mucho mayor. Lo mismo ocurre con los plomeros, una profesión calificada y escasa, netamente superada por la cantidad de abogados, y ni hablar de los electricistas, que para encontrar uno se debe pedir turno. En cambio médicos hay por decenas, muchos más que electricistas.
Imperiosamente hace falta en Casares, tal vez como se decía antes: una escuela de artes y oficios, de la que salgan egresados con especialidades en carpintería, electricidad, aire acondicionado, televisión, plomería y tantos otros oficios hoy necesarios, que, créase o no están en vías de extinción. Las escuelas técnicas cumplen sobradamente ese propósito, pero quienes estudian en las mismas pretenden más ser ingenieros, técnicos altamente especializados, y no está mal que lo ambicionen, está muy bien, pero también se necesitan expertos en oficios tradicionales, que es un reclamo a voces de la comunidad. Otro tema es la mecánica del automóvil, los vehículos hoy en día tienen una complejidad mayor que los tradicionales, sus sistemas son computados, la tecnología es de última, por lo que ha quedado en el camino una legión de mecánicos que no están en condiciones de reparar las nuevas unidades, sea por carencia de aparatología, de conocimientos, o de ambas cosas. Hoy en día un mecánico especializado en las nuevas unidades automotrices, no sólo le sobrará trabajo, sino que sus posibilidades de crecimiento en lo económico son ilimitadas.
Si antes era costumbre poner una placa de bronce en la entrada de la casa cuando un hijo se recibía de abogado, médico, ingeniero, psicólogo o de tantas carreras universitarias, hoy en día deberían hacerlo cuando se reciban de plomero, electricista, técnico en aire acondicionado o televisión y también de carpintero. Hasta los parqueros se cotizan, y ni hablar de los pintores, que de los buenos y recomendados quedan pocos, aunque de los otros sobren.
En suma, la mejor manera de jerarquizar esas profesiones y que no desaparezcan, es ofrecer posibilidades de estudio y capacitación, que quienes tengan vocación por las mismas encuentren donde prepararse, y estar en condiciones de atender con idoneidad las demandas de la comunidad.