Si repasamos las cifras de los censos que registran la población casarense desde 1914 a la fecha, nos encontramos conque en poco más de un siglo, de 15.143 habitantes que arrojó el censo de 2014, al último censo de 2010, Carlos Casares creció tan solo un 45%, a razón de 75 habitantes por año, NADA. Y sin embargo en todos los aspectos el crecimiento de Carlos Casares en especial en la ciudad ha sido notable, ya que el campo como se sabe ha sufrido una constante despoblación y algunas localidades han ingresado a la categoría de «fantasmas», porque han perdido 70 ú 80 años gran parte y en algunos casos toda su población, no quedando nada de sus viviendas, comercios y la vida social y comercial que supieron tener en sus épocas de esplendor, cuando por allí pasaba el ferrocarril.
Pero volviendo a la ciudad de Carlos Casares el crecimiento en todo sentido ha generado un nivel de vida óptimo, con todos los servicios, oferta cultural, educación, infraestructura, salud, una oferta comercial interesante, adelantos de todo tipo, excelente comunicación, poca desocupación, menores niveles de pobreza que los que registran la mayoría de ciudades más importantes que la nuestra, y pese a que existe alguna preocupación por la inseguridad, en nada podemos compararnos respecto a la que se vive en esos centros urbanos. Pero aún así poblacionalmente no crecemos. Tal vez porque aún perdura nuestra principal riqueza que es la agropecuaria, y si bien el crecimiento industrial es constante aún no reclama mano de obra de afuera y por lo tanto la radicación de nuevos pobladores es insignificante. Al crecer poblacionalmente muy poco, los casarenses que se van a estudiar una vez recibidos se radican en su mayoría en otros puntos donde la demanda de empleos es mayor y las posibilidades de crecer también. Somos pocos, es cierto, pero nuestras inquietudes, la de nuestras autoridades, la penetración cultural y el afán de progreso que tienen los jóvenes hace que el próximo desafío sea el de generar expectativas que promuevan el regreso de quienes van a estudiar y la radicación de familias jóvenes que tentadas por ofertas interesantes, posibiliten el crecimiento demográfico de Carlos Casares.
«Somos pocos y nos conocemos mucho» reza el refrán, aunque no estaría mal que seamos un poquito más aunque nos conozcamos menos.