Cual si fuera una mala copia del manejo y desmanejo de la política nacional, a nivel local se cae en los mismos vicios, mostrando pujas y desencuentros en el tratamiento de temas que por lo serios y preocupantes, debieran encontrarlos unidos en un frente común.
Nos referimos al tratamiento de la seguridad en el ámbito local, que los señores concejales están manejando con tanta liviandad que termina sorprendiéndolos en una sórdida pelea en la que se sacan los trapitos al sol, se pasan viejas facturas y el denostar al otro pareciera ser la consigna, cuando en realidad lo que el vecino espera es un comportamiento maduro, una conjunción de ideas y propuestas para solucionar un serio problema que afecta a toda la comunidad.
No es señalando las falencias de uno y de otro que se llega a soluciones concretas. Perder el tiempo en pujas de café sin concretar acciones positivas es defraudar al electorado que los ha votado, cuando en realidad debieran -dentro de sus facultades- generar reuniones con miembros de la justicia, pedir un tratamiento más severo para quienes delinquen y encarar políticas locales que contribuyan a bajar los niveles de delincuencia que a todos preocupa. Sabido es que a nivel comunal no se pueden trazar políticas de seguridad que le competen a la provincia y a la nación. No es competencia de la municipalidad hacerlo, a lo sumo se puede colaborar en algunos aspectos, pero no se cuenta ni con fondos suficientes ni tampoco facultades para trazar políticas de seguridad.
Si en los debates políticos a nivel local se vuela bajo privilegiando el ataque personal, el insulto y el agravio, poco y nada es lo que se hace para solucionar el problema. Tal vez el chicaneo de un debate sirva para la anécdota, «pour la galerie», para provocar un afecto entre adictos y simpatizantes, pero concretamente es desperdiciar posibilidades ciertas de, en los grandes temas, formar un solo equipo que ponga el acento en las necesidades y reclamos de la comunidad y no en sus propios intereses.