Es evidente que el clamor popular, las distintas campañas y la preocupación generalizada que existe con relación al crecimiento de las estadísticas en lo concerniente a las víctimas de la violencia de género, también ha concientizado a los integrantes de la justicia. Analizando distintos casos se ha podido observar que los fallos son más severos y acaso ejemplificadores, tal el caso del aplicado recientemente a un vecino de esta ciudad que atacó con increíble violencia a su ex-pareja con un arma blanca, causándole múltiples heridas las que si bien no fueron de carácter mortal, la tentativa de homicidio era evidente. Todo eso sumado a distintos agravantes considerados tanto por el jurado que lo declaró culpable como el Tribunal que lo condenó a 14 años de prisión.
Esta inclinación de la justicia a aplicar condignos castigos a los acusados de delitos de violencia de género, debe servirle a los violentos que sólo conocen el idioma de los golpes o los insultos, que convierten los hogares en un infierno, maltratando a sus parejas e hijos, como una manera de someterlos a sus instintos brutales. También a aquellos que no se resignan a molestar a sus ex-parejas pese a las restricciones judiciales, y que una y otra vez irrumpen en sus hogares, causan destrozos, golpean y amenazan.
Decíamos en anterior nota que es fundamental que las víctimas denuncien a sus victimarios en la Comisaría de la Mujer, que no tengan temor a hacerlo, que hay toda una red que las protege, que no esperen a ser vejadas, mutiladas o muertas como se ha dado y se da en tantos casos.
La declaración en el juicio de la mujer que recibió 15 puñaladas de su ex-pareja, dicen que fue determinante para que el jurado encuentre al acusado culpable. Que el relato fue tan triste y doloroso que conmovió a todas las personas que estaban en el recinto, muchas de las cuales no podían reprimir las lágrimas, negándose a creer que alguien que inició una relación por amor termine viviendo tamaño infierno.
Es de esperar que el temor al brazo de la justicia aplaque a los violentos, porque -está comprobado- que con la violencia de género no se juega.