Cuando la luz que alumbrara
nuestro camino y sendero
pierde su fuerza y se apaga
para volverse silencio
será la estrella más clara
que ha de brillar en el cielo.
Siempre la esposa, la madre, la abuela, son luces que nuestra vida alumbran con su amor y su presencia…
La claridad de su brillo, que es sol en nuestro camino, nos va marcando el sendero, para que vuelen nuestros sueños en busca de su destino. De su mano cuando chicos, nuestro andar así iniciamos, seguros que con su guía tendremos buen recorrido y sin temor al fracaso, marchamos bien protegidos. Cuando los años en su marcha, nos van sumando suspiros, abrazados a la esperanza enfrentamos el desafío, porque el calor de su amor nos entibia los sentidos. Y nos volvemos canción de tanto andar por la vida, llevando en nuestra razón, como una llama encendida, trasfoguero de esperanza, que nos da su bendición, la presencia tan querida que nos alegra el corazón. Y sabiéndola a nuestro lado, por larga que sea la distancia, no habrá camino más amargo que la ausencia de su abrazo, y ni momento más sublime que el volver a su lado.
Y con esa tradición, ese permanente mensaje de amor que su alma engalanara, vivió Nuncia Josefa Leonforte, su vida. De esposa de Rodolfo “Fito” Panet, su compañero de camino por siete décadas de recorrido, formando un hogar donde el sol de la felicidad alumbró con su mejor brillo, donde la lucha cotidiana a que la vida obliga, fue un andar de a dos, sin pereza ni fatiga, teniendo como horizonte la unidad de la familia, porque llegaron los hijos, tres varones de sus sangres, de su hechura compartida: Rodolfo Oscar, “Nicky”, Carlitos y Fernando, nombre de tío, para completar equipo. Después el cielo y destino le dieron un ramillete de nietos, sol del otoño temprano, que le llenó de pimpollos el andar de su camino, y para completar la alegría que nos bendice a los viejos, nacieron esos retoños que son el premio postrero, y que llamamos bisnietos.
Y fue siempre solo Nuncia, para el cariño de todos, porque al llamarla de ese modo, es abrazo que se pronuncia con el sonido de un beso, es un “quiera Dios que la vida nos dé lo que merecemos”, y es un Dios la bendiga, que se dice cada día.
Y así fue el tiempo pasando con su andar sin detenerse, y en esa marcha de siempre fue sumando años y vida, hasta que el destino un día, que no respeta ni espera, marcó el final de su tranquila existencia, y en el postrer momento, ella que estaba más lejos, volvió a su amado Casares para entregarse al Creador, en la tierra donde vivió sus más hermosos momentos de lejana juventud.
Y así, Nuncia Josefa Leonforte de Panet se hizo silencio y recuerdo, y por un camino de cielo, seguro que ha de volver, cuando en cada momento que se hable de su amor, llegará por los recuerdos, hecha ternura y calor.
Luego de este tradicional homenaje con sonido de Réquiem, hecho pañuelo de adiós, para decir “hasta siempre”, vaya la parte protocolar de la lamentable noticia necrológica;
El miércoles 19 de octubre, en el Hospital Municipal de Carlos Casares, donde estaba internada por una deficiencia en su salud, dejó de existir la apreciada vecina Nuncia Josefa Leonforte de Panet, a la edad de 88 años.
Casada con Rodolfo “Fito” Panet y madre de Rodolfo Oscar “Nicky”, Carlos y Fernando, que le dieron un hermoso puñado de nietos y bisnietos.
El inmenso dolor que provocara su partida se vio reflejado en el piadoso acto de su velatorio y su inhumación en el Cementerio Municipal el jueves 20 a las 16,30 hs,
Que Dios de a su alma el descanso en paz que merece y a sus familiares y amigos el consuelo y resignación para superar tan triste momento.
JUAN DOMINGO ONDANO