Entre discos de folclore, tango y libros de Medicina, las cariñosas perras “Luz” y “Luna” juegan y reciben eufóricas a todo aquel que visite la casa. Con la misma alegría y simpatía con la que lo hacen sus dueñas, la música Marian Farías Gómez (71) y Ada García (48). Como un rompecabezas, todo parece encajar perfectamente donde hace 20 años vive la pareja, que se casó en 2014. “Nos conocimos a fines de los ’90, cuando fui a cantar a Carlos Casares, la ciudad de Ada. Nos cruzamos luego del show e inmediatamente a mí me pasó algo. No sabía bien qué era, sí que había sentido como un bombazo. La tuve que remar. Al comienzo, a ella le gustaba como cantaba pero le caía mal. También sabía que no iba a ser fácil sobrellevar lo que me pasaba, principalmente por la diferencia de edad y los kilómetros de distancia que nos separaban. Después todo se simplificó, ella vino a vivir a Buenos Aires y jamás se sintió la diferencia de edad, incluso parece más grande que yo por momentos”, dice Mariam, mientras su esposa la escucha y asiente con la cabeza. “En mi casa se escuchó siempre música folklórica, sabía quienes eran los Farías Gómez, pero al principio no me interesaba conocer a Marian. Después una persona en común nos acercó y ahí sentí lo mismo que ella. Son cosas que sólo genera Cupido. Una tarde le dije: “Hiciste que se me cayera la estantería”. Fue un sentimiento mútuo. Y desde ese instante, nos volvimos inseparables”, asevera por su parte García.
Desde muy chica Marian tuvo en claro lo que quería: “siempre tuve asumido quien era. Amo ser mujer. Mi familia supo toda la vida mi elección sexual. Tampoco voy por la calle con un cartel en la frente, diciendo lo que soy. Sin embargo, nunca oculté mis relaciones. Mis padres me enseñaron a vivir con absoluta libertad y, por eso, hice en cada momento lo que deseé. A los 19 años me enamoré de mi primer novio y viví ese amor con inmensa felicidad. Después nunca más me enamoré de un hombre. Y asumí con plena naturalidad mi atracción hacia las mujeres”, manifiesta Farías Gómez. Una convicción que se vislumbra a su vez en su vocación de música. “Canto desde muy pequeña. Pero me acuerdo que luego de terminar la secundaria, quería ser médica, no se me cruzaba por la mente en ese entonces dedicarme a la música. Cuando a los 19 años me estaba preparando para el exámen de ingreso de Medicina, me llama mi hermano (Chango Farías Gómez) y dice que el sello Odeón quería que fuese la voz del grupo folklórico “Los Huanca Hua”. Acepté, pensando que iba a poder hacer las dos cosas, y con el tiempo tuve que optar por una, que claramente fue la música. Aunque tengo intuición de médica cuando “Ada” tose, siempre le digo: “Andá al médico que vas a agarrarte una bronquitis”. Y luego se agarra una bronquitis”, expresó entre risas quien en el último año decidió grabar su primer disco de tango. “Nunca pensé en grabar tangos. En una gira en 2015 por Italia y España, decidimos agregar al repertorio algunos que me gustaban. En uno de esos conciertos estuvo Juan Pietranera, músico argentino radicado en Madrid, tanguero por excelencia y director musical de Raphael. Y me dijo: “Quiero producirte un disco de tangos, llego a Buenos Aires y te llamo”. Y así fue. Comencé a elegir el repertorio y casi sin darme cuenta aparecieron las canciones que escuchaba desde muy chica y que cantaba mamá. “Cafetín de Buenos Aires”, “Tinta Roja” y “Garúa”, entre otros tangos tradicionales”, dice Marian orgullosa. Es que hoy más que nunca en su cabeza retumban las últimas palabras que su madre le dijo: “Nena, vos tendrías que cantar tangos”. Pasaron 12 años de aquella charla y, con la satisfacción de quien cumple un cometido, Farías Gómez proclama: “Sentí que tenía que hacer este disco para rendirle homenaje a ella, que tanto nos apoyó en nuestras aventuras artísticas. Nunca me voy a olvidar cómo convenció a papá de que la música era nuestra pasión. Ya que él, como buen provinciano, quería que sus hijos fueran abogados, arquitectos, ingenieros ó médicos”.
Mientras Marian hablaba, Ada revisa su agenda con las presentaciones que su pareja tiene pactadas en el interior del país. Es que aparte de ser profesora de Educación Física, García es la representante de Gómez. “Al trabajar juntas, compartimos muchas cosas. Pero nos organizamos y nos llevamos muy bien. En 20 años enfrentamos una sola crisis, estuvimos separadas poco tiempo. Me enojé por unas tonterías y, luego de unos meses, volví a buscarla. La clave de nuestra relación es que nos divertimos y reímos mucho. En verano, cuando vamos a la costa nos encanta parar en una parrilla, donde hacen unas chuletitas con huevos fritos exquisitas”, cuenta la cantante. Incluso tan fuerte es el vínculo que las une que ambas apostaron por la maternidad. “Siempre deseé ser madre, amo a los niños. Con Ada decidimos tener un hijo a través de inseminación artificial pero no se dio porque viajábamos muchos por mi profesión. También pensamos en la adopción como otra posibilidad y los engorrosos trámites lo impidieron.
Ahora estamos grandes y ya tenemos a nuestras mascotas “Luz” y “Lola”, que son como nuestras hijas”, aseguró la artista. “Hoy sólo sé que no me gustaría vivir sin Ada. Es mi sostén emocional, cuando murieron mis cuatro hermanos y mi madre, ella fue fundamental. Es la persona más importante de mi vida, la compañera con la que elijo envejecer”, agrega feliz y como clara muestra de que el amor no reconoce géneros sino personas.