Dado que al momento de confeccionar la crónica del accidente de la joven Azul Alice la policía investigaba sus causales, no pudimos reflejar en nuestra crónica las razones por las cuales se produjo el choque frontal del automóvil conducido por la casarense, que iba en dirección a Junín y el camión que se dirigía por la mano contraria hacia Olavarría.
CON UN POLICÍA
Un cronista de El Oeste tuvo oportunidad de conversar con un policía que estuvo en el lugar del hecho, quien manifestó que delante del automóvil Gol de Alice iba un camión que al encontrarse con las vías que cruzan la ruta, frenó bruscamente dando motivo a que la joven casarense que viajaba detrás lo esquivara desviándose hacia la mano opuesta encontrándose con el otro camión (el cementero) que circulaba por la misma, el que pese a una frenada de más de 15 metros no pudo evitar el choque. Es -lo repetimos- la versión de un policía que dijo haber estado en el lugar poco después de la tragedia.
CONFUSIÓN
No es que no se pueda cremar a los muertos, es la iglesia la que se opone
En nuestra anterior edición al referirnos a la trágica muerte de la jovencita Azul Alice en un espectacular accidente automovilístico en la ruta 65 en inmediaciones de Baigorrita, mencionamos que se habría decidido (desconocemos si por propia disposición o decisión de sus familiares) la cremación de sus restos, para ser arrojadas sus cenizas en el mar (Mar del Plata), como lo hicieran con Adriana Alice, madre de Azul. A tal efecto varios lectores nos han consultado como es eso posible siendo que existe una reciente prohibición de hacerlo,
UNA CONFUSIÓN
Al ocuparnos del tema, algunas ediciones atrás, fuimos claros. Es la iglesia la que prohibe a sus fieles arrojar sus cenizas al mar, a la tierra o al aire, como así también guardarlas en sus casas. Dicha prohibición no alcanza a aquellos que no son fieles de la iglesia católica. Desde el punto de vista legal no existe prohibición alguna respecto al lugar en que se arrojan las cenizas por disposición de los fallecidos o deseo de su familia, como tampoco el poder guardarlas en domicilios u otros lugares como por ejemplo en museos. Es por lo tanto muy común que respetando el deseo en vida de personas fallecidas, suelen arrojarse sus cenizas en lejanos lugares donde han nacido u otros que tienen que ver con sentimientos o tradiciones.