Si existe una actitud canallesca y desprovista de todo sentimiento, es robar en la casa de los muertos. Recientemente se ha registrado un caso, del que fue víctima la familia de una anciana fallecida, el que se suma a otros que la crónica policial local contabiliza.
La despreciable modalidad delictiva es simple, los malvivientes conocedores del fallecimiento de una persona y sabiendo que sus familiares se encuentran todos en el velatorio de sus restos, llegan a la vivienda, constatan que está deshabitada y mediante violencia fuerzan una puerta o una ventana e ingresan al interior. Si encuentran cosas pequeñas de valor, dinero, joyas o lo que fuera, se lo llevan, caso contrario de contar con los medios apropiados se llevan una heladera, un televisor o algún otro electrodoméstico. Lo hacen rápido, cuentan con el tiempo necesario y corren pocos riesgos.
Esto debe ser un llamado de alerta para todos los vecinos, ya que nadie está libre de tener que dejar la casa para concurrir al velatorio y sepelio de los restos de un familiar directo, como así también en el caso de personas solas que fallecen y queda su casa por varios días desocupada hasta que sus familiares se hacen cargo. Es fundamental por lo tanto tomar todos los recaudos necesarios (dejar a alguna persona, encargarle la vigilancia a los vecinos u otra previsión) para hacerle más difícil o acaso imposible esa maldita tarea a los ladrones.
Lamentablemente día a día aparece algo nuevo. Que Cuento del Tío, que el robo a los muertos…, que va a pasar próximamente ya no lo sabemos. La única solución es rodear de medidas de seguridad viviendas, comercios y todo tipo de bien importante para evitar la acción de los ladrones. Colaborar entre vecinos para una vigilancia integral de la cuadra o el barrio es una medida colectiva que muchas veces da resultado. Se viene la época de vacaciones y son muchas las familias que deben dejar sus viviendas, la que en algunos casos no cuentan con alarmas ni medidas concretas de seguridad. Para los ladrones es, por así decirlo, como dejar un alfajor en la puerta de una escuela. Pedirle a alguna persona que vaya regularmente, que la abra para que se suponga está con gente, y solicitarle a los vecinos que estén con el ojo alerta y ante la menor sospecha que den aviso a un familiar de los dueños de casa o a la policía.
Son los tiempos que nos toca vivir, si bien es la lucha eterna de los malos contra los buenos, esta vez los malos nos ganan por goleada.