Lo que pasó pasó, mirar para atrás al comienzo de un nuevo año sólo puede servir para justificar o abrir el paragüas en caso de que el porvenir no reúna las expectativas. Mirar para adelante es la solución, en lugar de balances hagamos proyectos, y en el caso de Carlos Casares poner las energías en el crecimiento y el desarrollo desde una visión social, pensando en los que más necesitan y menos tienen. No articulando la dádiva, que muchas veces tiene sabor a limosna, sino recreando una visión progresista que ponga el acento en las necesidades básicas de los seres humanos, la salud, la seguridad, la vivienda, el empleo, la calidad de vida. Nada de obras faraónicas para unos pocos, sí en cambio barrios, servicios, un equipamiento en salud que nos permita sentirnos seguros, sí al orden, a la pulcritud, al control del tránsito, a todo aquello que nos haga una vida placentera y nos permita disfrutar de una ciudad y un partido sin problemas serios, ni sociales, ni de ningún tipo.
Basta una mirada a la clase (mal llamada) política para darnos cuenta que se debaten nimiedades, que se discuten más que nada estilos, que no se señalan corruptelas, que el debate es periférico, no existen problemas de fondo que nos separen, la grieta si es que la hay, porque está de moda que la haya, solo se limita a discutir procedimientos, y lo que cada uno haría si le tocara estar.
Casares no está en piloto automático, como toda comunidad necesita conducción, un proyecto y vecinos capaces de llevarlo adelante.
2017 es tan sólo un número, sirve como punto de partida para sepultar una etapa y dar comienzo a otra. Es de esperar que el barco casarense tenga un buen timonel, sea del color que fuere, con todas sus energías puestas en llevarlo a puerto seguro, creciendo y modernizándose cada día un poquito más. Que el año que ha comenzado sea mejor que el anterior, que los casarenses seamos mejores. El balance hay que dejarlo para los nostálgicos, lo que pasó, pasó, el futuro es lo que cuenta.