Cuando sean muchas las palabras
que el dolor genera en tu partida,
Cuando la tristeza le de a tu mirada
una lluvia de pena hecha neblina,
Cuando todo un pueblo se lamente
con pañuelos de adiós en despedida,
Quedará demostrado que no fue en vano
Tu presencia terrena en esta vida…
De aquel matrimonio formado por Luis Benito Hermoso, Pichón de amigo señor, y Antonia Morey, la Negra, que era puro corazón, nacieron esos dos hijos que el destino les brindó. Luis Antonio y Juan Carlos Ramón. Uno fue Carlitos en el cariño, como siempre se nombró, y el otro Luchi, el arquero y Veterinario, Doctor. Juan Carlos Ramón, Carlitos, jugó al fútbol de muchacho, y se dedicó en la vida a ganar muchos amigos por su recto proceder. Un día emprendió la aventura de intentar en Uruguay, una vida de empresario que no tuvo buen final. De vuelta en Carlos Casares y con su primo Fabián, deportista enamorado de los autos y la velocidad, hicieron realidad un sueño en el mundo empresarial, comprándole a Cacho Andreoli la Estación de Servicio, para iniciar desde ella un venturoso camino. Y un día, ya afianzado en el negocio, fue único propietario, para mostrarle a todos que tenía buen andar y que podía marchar solo y siguió su caminar. Mientras su empresa andaba cada día un poco mejor, su salud, por el contrario, sumaba preocupación. Un doloroso mal, doloroso y traicionero, iba minando sus fuerzas y castigando su cuerpo. Y esa vida de esplendor, de alegría y felicidad que sus queridos hijos Florencia y Juan Pablo, sus retoños tan amados, con él iban transitando, comenzó a hacerse un día, camino de triste paso, de doloroso trayecto hacia el dolor del ocaso. Como un postrer esfuerzo, puro tesón y entusiasmo, fue Vicepresidente del naciente Agropecuario, donde floreciera la última esperanza que en la vida iba soñando. El fútbol, el automovilismo, los amigos, mil halagos, su espíritu de empresario, sus sueños y su esperanza se fue de a poco apagando, por culpa de ese mal, maldito destino aciago, que nos acorta la senda por donde vamos marchando. Y hubo tratamientos y ausencias que se fueron prolongando y con solo medio camino que estaba transitando, el tiempo, bandera a cuadros, estaba el final marcando. Y en el Instituto Fleming, donde se hallaba internado, una mañana de enero, que 10 días había pasado, se llevó hacia los recuerdos al querido amigo Carlos. Hubo pena y silencio de familiares y amigos, en un callar doloroso que nos impuso el adiós de Juan Carlos Hermoso: Pero yo sé que es mentira, que Carlitos no se ha ido, que ha de volver a mostrarnos su tan radiante sonrisa, desde un pago de recuerdos que nos devuelve la vida. Y que vaya este Réquiem, como abrazo de despedida y que sea un ramo de rosas para perfumar su partida.
Y en la crónica necrológica debo decir. El martes 10 de enero de 2017, en la Capital Federal, donde se hallaba internado a causa de una penosa enfermedad que lo aquejaba desde hacía un tiempo, dejó de existir el apreciado vecino Juan Carlos Ramón Hermoso, a la temprana edad de 53 años. Hijo de Luis Benito (f) y Antonia Morey, hermano de Luis Antonio Luchi Hermoso, padre de Florencia y Juan Pablo, empresario, propietario de la Estación de Servicio TC Oil, Vicepresidente del Club Agrope-cuario Argentino y vecino muy vinculado en nuestra sociedad. El gran dolor que su partida provocara se vio reflejado en el acto de inhumación de sus restos mortales en el Cementerio Municipal, a las 10 hs. del miércoles 11, previo rezo religioso realizado en la Iglesias Parroquial, Nuestra Señora del Carmen.