Muchos se preguntaban si era parte del programa de la Fiesta Nacional de Girasol
23 horas del miércoles: en los comercios de Avda. San Martín Pizzería Panku, Puerto Tabla, Seven y Pupis decenas de vecinos disfrutaban en las mesas de la vereda de una cena ligera, copas o café entre amigos. En determinado momento el rugir de seis motos hizo que todos presenciaran una endemoniada carrera que comenzó al ponerse en verde el semáforo de Avda. San Martín y Monseñor D´Andrea prolongándose hasta el semáforo de San Martín y 9 de Julio. Se estima que las motos llegaron a circular a más de 80 km. Sus conductores se desplazaban sin casco. Dicha carrera se repitió por segunda vez, tal vez la primera haya sido una semifinal, hasta que llegó un móvil de la Guardia Urbana y a mitad de la Avda. entre Lamadrid y Brandsen se apostó colocando conos en el centro de la calzada.
Muchos de los ocasionales espectadores de las carreras pensaron que tal vez eran parte del programa de festejos de la Fiesta Nacional del Girasol. En realidad eran parte de una rutina que se repite la mayoría de las noches, una suerte de ruleta rusa en la que los intrépidos motociclistas juegan con la muerte, ya que si justo cuando ellos pasan a toda velocidad por el cruce con las calles Lamadrid y Brandsen llega a cruzar un vehículo, es impensable lo que puede ocurrir.
Decir «algo hay que hacer» es una cantinela repetida, pero «algo hay que hacer». Tal vez realizar los operativos anticipándose a las carreras y en verano prolongarlos hasta la madrugada. La cuestión no sólo es salvaguardar la tranquilidad y seguridad de los vecinos, sino la vida de esos jóvenes motociclistas que no tienen noción del peligro al que se exponen.
