EDUCACIÓN E HIPOCRESÍA

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Las huelgas docentes que como lo hemos reflejado en anterior comentario son un «clásico» de todos los años antes del comienzo del ciclo escolar, no son fruto de la ambición desmedida de los maestros ni responden a reclamos injustos, sino por el contrario, muestran el nivel de descontento e incomprensión por una política de salarios que no se condice con la realidad económica actual y mucho menos con la importancia vital que tiene la educación en un país.

Puede achacarse a manera de imputación que los docentes haciendo uso de la oportunidad, eligen el inicio de las clases como una manera de presionar a los gobiernos para el logro de sus reclamos. Ello da pie a que desde dichos gobiernos se tilde con frecuencia a esas medidas de fuerza como de extorsión o políticas.  Ese tipo de definiciones también son un clásico, sea cual fuere el color político de quien ejerce el poder.

Y obviamente la comunidad opina, y algunos o tal vez muchos censuran severamente la actitud de los docentes y hacen filípicas cargadas de imputaciones en referencia a los días que los chicos pierden de clase, a las aulas vacías, a la educación deficiente, bla,bla,bla… Son muchas de esas personas verdaderos hipócritas que bajo ese ropaje de defensores de la educación y detractores de las actitudes docentes, esconden una verdad: no saben qué hacer con los chicos, la mayoría trabaja, tienen una planificación familiar y la huelga docente les ocasiona un descalabro mayúsculo, que se traduce en malhumor, enojo con aquellos que a su juicio son responsables de esa desorganización familiar y por lo tanto descalifican las medidas de fuerza.

Otros en cambio lo hacen con sinceridad, en el convencimiento respetable de que existen otras formas de reclamo y negociación para solucionar un conflicto que viene de lejos, se actualiza en épocas del comienzo de los ciclos lectivos y se termina empar-chando sin llegar a soluciones definitivas que impidan este tipo de tire y afloje que año a año se reedita.

El tema docente no pasa solamente por los salarios, si bien ese item es fundamental, por lo que sería procedente que con responsabilidad, coherencia y verdaderos deseos de aportar mejoras a la educación, se lo trate en forma integral y definitiva.

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