Basta dar una recorrida por la ciudad, tanto en el radio céntrico como en los alrededores, para observar que numerosas viviendas cuentan con carteles de las inmobiliarias locales EN VENTA. Gran parte de esos inmuebles se encuentran en buen estado de conservación y otras tal vez no tanto, pero lo que llama la atención a pesar de esa oferta que se aprecia, es que existe en Carlos Casares un notorio déficit habitacional, según se percibe a nivel del municipio de acuerdo a sus evaluaciones para determinar la prioridad de sus obras.
Convengamos en que la necesidad habitacional y la oferta no van de la mano. Quienes adolecen de una vivienda por lo general son inquilinos que no cuentan con ahorros suficientes para poder adquirir su casa propia y por lo tanto se ven obligados a alquilar de por vida, a menos que desde la comuna se lancen planes de viviendas que contemplen las posibilidades de aquellas familias de bajos ingresos que las solicitan. Los créditos hipotecarios lanzados recientemente por los distintos bancos pueden solucionar en parte esa necesidad, aunque sus tomadores deben demostrar ingresos a los que otros niveles sociales no llegan, dependiendo por lo tanto de los programas sociales.
Está demostrado que nuestra cultura es devota del dicho «el casado casa quiere», aunque hoy en día la palabra casamiento parece una rareza a la luz de la gran cantidad de uniones de hecho, implantadas como una moda que cultivan especialmente las parejas jóvenes. Dada esa circunstancia la vivienda es una prioridad y por lo tanto el principal desvelo de los gobernantes, los que cuando no consiguen el apoyo nacional o provincial para llevar a cabo sus proyectos habita-cionales, recurren al ingenio y fogonean distintas soluciones a las que llaman de «esfuerzo propio» con distintas variantes u operatorias de acuerdo al nivel social del necesitado.
Respecto a los contrastes estos siempre existirán, pero valga esta nota para advertir a aquellas personas que tienen en venta viviendas, que para evitar desagradables usurpaciones las visiten con frecuencia, ventilen sus ambientes y muestren que no están descuidadas y mucho menos abandonadas. No son pocos los jueces que ante una usurpación tienen esos detalles en cuenta, y si no se ha ingresado a las mismas por violencia, desestiman los desalojos por la vía penal a fin de que los damnificados por dichas usurpaciones inicien sus acciones por la vía civil, con la consiguiente demora e inconvenientes que ello ocasiona.
Basta dar una recorrida por la ciudad, tanto en el radio céntrico como en los alrededores, para observar que numerosas viviendas cuentan con carteles de las inmobiliarias locales EN VENTA. Gran parte de esos inmuebles se encuentran en buen estado de conservación y otras tal vez no tanto, pero lo que llama la atención a pesar de esa oferta que se aprecia, es que existe en Carlos Casares un notorio déficit habitacional, según se percibe a nivel del municipio de acuerdo a sus evaluaciones para determinar la prioridad de sus obras.
Convengamos en que la necesidad habitacional y la oferta no van de la mano. Quienes adolecen de una vivienda por lo general son inquilinos que no cuentan con ahorros suficientes para poder adquirir su casa propia y por lo tanto se ven obligados a alquilar de por vida, a menos que desde la comuna se lancen planes de viviendas que contemplen las posibilidades de aquellas familias de bajos ingresos que las solicitan. Los créditos hipotecarios lanzados recientemente por los distintos bancos pueden solucionar en parte esa necesidad, aunque sus tomadores deben demostrar ingresos a los que otros niveles sociales no llegan, dependiendo por lo tanto de los programas sociales.
Está demostrado que nuestra cultura es devota del dicho «el casado casa quiere», aunque hoy en día la palabra casamiento parece una rareza a la luz de la gran cantidad de uniones de hecho, implantadas como una moda que cultivan especialmente las parejas jóvenes. Dada esa circunstancia la vivienda es una prioridad y por lo tanto el principal desvelo de los gobernantes, los que cuando no consiguen el apoyo nacional o provincial para llevar a cabo sus proyectos habita-cionales, recurren al ingenio y fogonean distintas soluciones a las que llaman de «esfuerzo propio» con distintas variantes u operatorias de acuerdo al nivel social del necesitado.
Respecto a los contrastes estos siempre existirán, pero valga esta nota para advertir a aquellas personas que tienen en venta viviendas, que para evitar desagradables usurpaciones las visiten con frecuencia, ventilen sus ambientes y muestren que no están descuidadas y mucho menos abandonadas. No son pocos los jueces que ante una usurpación tienen esos detalles en cuenta, y si no se ha ingresado a las mismas por violencia, desestiman los desalojos por la vía penal a fin de que los damnificados por dichas usurpaciones inicien sus acciones por la vía civil, con la consiguiente demora e inconvenientes que ello ocasiona.